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lunes, 21 de mayo de 2012

Democracia perdida

En busca de la democracia perdida. Propuestas para regenerar el sistema democrático. Estas dos frases constituyen el lema del concurso de ensayos convocado por la Asociación Valenciana de Politólogos (Avapol). Los participantes –cualquier ciudadano interesado- han de centrar su ensayo en esas nociones.
La joven democracia de Pericles.
Imagen tomada de cronocultural.blogspot.com
Si analizamos la propuesta y su continente, parece exagerado aludir a la democracia perdida. No obstante, ni nos vamos al contenido, a la realidad, nos percatamos de que, desde luego, la hemos perdido. Como mínimo se ha alejado en demasía de sus orígenes. La democracia como sistema surgió en Atenas con la pretensión de que todos los ciudadanos (hijos de padres atenienses) se reunieran casi una media de una vez a la semana para debatir sobre las cuestiones que afectaban a su ciudad y, después, votarlas. Su decisión, la de la mayoría, decidía.

De aquello poco o nada queda. En la actualidad los ciudadanos tenemos la única y exclusiva oportunidad de participar en unas elecciones cuyo resultado no depende de un mínimo de sufragios. Es decir, si vota menos del 50 por ciento de censados tienen la misma validez que si se pronuncia el 75 por ciento. Partimos de esa merma.
Después nuestra única opción consiste en votar unas listas cerradas de las que nosotros no conocemos a sus componentes. Sus correspondientes partidos los seleccionan y los imponen en el orden que determinan. Por tanto, la sola potestad popular estriba en escoger entre una candidatura u otra porque representa a un determinado partido político.
Elocuente viñeta que reclama aquello que se ha perdido.
Imagen tomada de europajunior.blogspot.com
Esos representantes, posteriormente, se juntan en un cónclave compuesto por 350 personas que, a su vez, selecciona a un presidente del gobierno. Por tanto, la opinión de más de 48 millones de españoles queda filtrada en la voluntad de esos 350 diputados. Pero todavía se restringe más. A continuación, el citado presidente designa un consejo de diez o doce personas a los que nombra ministros. Estos deciden en último término y llevan sus acuerdos a pleno para que el resto lo ratifique. De este modo, nos encontramos con otro tamiz. Una docena de personas impone, al final, su concepto de la vida a casi 50 millones.
Y en la actual coyuntura la situación ha llegado a un extremo inaudito, ya que ese consejo de ministros queda supeditado a las opiniones de la presidenta de Alemania o de la presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), que de España saben lo que sus prejuicios e información cribada les proporcionan. Al final, ellas, desde la distancia, son las que de verdad deciden.
Por tanto, ¿en qué ha quedado la democracia? Desde luego, necesitamos ideas para recuperarla. Y pronto. Los interesados en presentarlas al concurso de Avapol tienen de plazo hasta el 14 de junio. Las bases las pueden encontrar en http://www.avapol.es/