El ágora engrasaba la vida de los griegos cuando sus ciudades representaban la vanguardia mundial (la antítesis de la situación actual). Como plaza pública, ejercía de mercado y de epicentro social y político. En la Comunidad Valenciana los auspiciadores del proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias decidieron otorgar esa evocadora denominación a una construcción ovalada de 5.000 metros.
También de manera paradójica, el ágora de Valencia se halla en la actualidad cerrada y alejada de la existencia de sus ciudadanos. Viento y sol erosionan los 90 millones de euros que costó. Mientras, la edificación de institutos y hospitales ha quedado paralizada.
