Si una empresa nacional o extranjera pretende instalarse en un polígono industrial de la Comunidad Valenciana se topará con la compleja labor de seleccionar cuál. Y no porque no existan numerosos y bien dotados, sino por la carencia de un listado actualizado de todos y cada uno de estos espacios. La última clasificación se remonta a 2006 con datos de 2005, es decir, a la plenitud del apogeo mercantil autonómico.
ABC Comunidad Valenciana. Pág. 66 (04-05-2012) |
Seis años después nada, estadísticamente, ha variado. Como mínimo para la administración, que, ajena a la devastadora crisis, se rige por un estudio desfasado que computaba 715 polígonos de todos los tamaños. No obstante, ese mismo análisis no especificaba si esos emporios disponían de entidad gestora (en la actualidad menos del 15 por ciento cuenta con una sociedad de estas características que vele por su correcto funcionamiento) o si aportaban valor añadido como óptimas comunicaciones, cercanía a puerto o aeropuerto o un largo etcétera de opciones.
La conclusión que extrae la Federación de Parques Empresariales Valencianos (Fepeval) resulta dramática. Se preguntan qué ocurrirá si una sociedad (multinacional o simplemente autóctona) busca 25.000 metros cuadrados de terreno vacante ubicado a corta distancia de la Nacional III, por ejemplificar. No existe, en la actualidad, una base de datos que le aporte automáticamente la solución toponímica. Le tocará tantear en Paterna, Manises, Quart de Poblet, Ribarroja y una retahíla más o menos extensa de municipios, uno a uno, hasta hallar aquello que persigue.
Faltan los hechos
Por este motivo tanto el presidente de Fepeval, Santiago Salvador, como su secretario y gerente del polígono Fuente del Jarro, Joaquín Ballester, urgen a la Generalitat a que revise y mejore ese censo empresarial. Encuentran palabras de ánimo y promesas, pero faltan los hechos.
Jim Collins, uno de los principales ´gurús´ en el arte de emprender, enfatiza que antes de lanzarse a cualquier aventura el empresario ha de planificarla con meticulosidad. Esa faceta adquiere tanta relevancia como la creatividad. Si la Comunidad Valenciana no recuenta y difunde sus propios recursos y la Generalitat ofrece esa desastrada imagen industrial, ¿cómo pretende que alguien invierta o emprenda en suelo regional?