La defunción de Manuel Velarte deja Valencia huérfana de un
ciudadano que destacó por su carácter emprendedor y por la promoción constante
que realizaba de su tierra. Esos rasgos los compartió con su hermano Enrique,
fallecido hace escasos años. Este último incluso se aventuró en devaneos
políticos, siempre con partidos autóctonos, que le reportaron más sufrimientos
que respaldo vecinal.
Paellas gigantes
Imagen tomada de paellaguiness.com |
Manuel Velarte era conocido por confeccionar inmensas
paellas. Esa pantagruélica dimensión no atenuaba el sabor de la elaboración.
Todavía recuerdo, en una entrevista que le hice para la revista del Gremio de
Horneros de Valencia, cómo insistía en que una de las bases de su éxito
gastronómico consistía en el agua local. Allá donde elaboraba paellas gigantes
se llevaba la cantidad correspondiente de líquido en avión, tren, coche o como
fuera necesario.
La fama que le generó la confección del plato valenciano por
antonomasia sirvió de promoción para su negocio. Hace 20 años, cuando la venta
de comida para llevar no estaba tan extendida como ahora, su establecimiento,
ubicado en la avenida Peris y Valero de Valencia, ya distribuía arroces
variados para recoger por encargo. Preparaba y presentaba estos platos como
productos de gama alta. Realmente lo que son, aunque la popularidad de la
paella la haya llevado, en bastantes casos, a su vulgarización.
Castellar
De Velarte, vecino de la pedanía valenciana de Castellar, se
ha dicho y escrito bastante durante estos días posteriores a su fallecimiento,
que tuvo lugar el pasado 31 de octubre. Cada comentario constituye una especie
de reconocimiento a su vitalidad, a su afán por innovar. Este último detalle me
llamó poderosamente la atención en las dos o tres entrevistas, con un intervalo
de lustros de por medio, que le hice para la aludida publicación hornera. No
podemos olvidar, desde luego, que la base de su formación y negocio era el
horno. A partir de ahí se preocupó de incrementar la gama de producción y no
quedarse en la clásica de estos locales.
Costaba encontrar un hueco para quedar con él por los
múltiples frentes que atendía. Quizás esa preocupación constante ocasionaba que
no desbordara simpatía en el primer encuentro. Después ya empezaba a soltarse y
quien tenía ocasión de compartir un rato con él comprobaba cómo le brotaban las
ideas y, sobre todo, como urdía la manera de aplicarlas.
Cultura valenciana
Insisto, la confección de paellas constituía su imagen de
marca. Pero detrás de ellas existía una afición al deporte, a la cultura
valenciana y a emprender. En todas estas últimas facetas me recuerda a otro
valenciano ilustre fallecido hace ya una década: Daniel Tortajada Aguilar, más
conocido como Daniel el horchatero. Se trata de personas que, por su carácter,
transcienden mucho más que el nombre de la empresa a la que han dado vida.