Lleva varias semanas sin ser convocado para los partidos de su equipo. El motivo: no tener Whatsapp en su móvil. El capitán cita a los jugadores por esta vía y quien no forma parte del grupo digital se queda fuera. Desolado, no lo acaba de comprender. No resalta en el campo de juego pero tampoco desmerece al resto de jugadores. Simplemente se ha quedado desfasado tecnológicamente.
Ya no se trata de estar a la última en redes sociales, internet o aplicaciones de móvil. La clave para superar el día a día consiste en mantener el ritmo trepidante, en no quedarse atrás. Y en hacerlo con cierta coherencia, sin enajenarse.
Hace algunos días un ciclista barbilampiño atravesaba una céntrica calle peatonal de Valencia. Ante sí tenía a un adolescente que zigzagueaba mientras andaba enzarzado con su teléfono. Hastiado de no poder adelantar, el ciclista le increpó: “os está dejando tonto el Whatsapp”. Ni se enteró ni se inmutó el transeúnte. Seguía a lo suyo.
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