Deliciosa la combinación de churros con chocolate |
Orondo, sudoroso, con el delantal plagado de manchas.
Después de aguardar una larga cola dominical, el churrero extraía de entre el
aceite hirviendo de un perol una docena o media de su fruta de sartén (así
define los churros la Real Academia de la Lengua), los hilaba con un cordel
verdoso y te los entregaba. O los encasquetaba en un cucurucho de papel de
periódico.
Con el tiempo estos vendedores ambulantes o asentados en
mercados minoristas fueron extinguiéndose. La bollería sustituyó el desayuno
dominguero basado en churros. La posibilidad de degustarlos quedaba casi
limitada a Fallas, cuando Valencia se atiborra de churrerías.
20 minutos CV. Pág. 2 (05-02-2014) |
Hasta que la obligación de emprender ha recuperado la figura
del churrero. En los últimos meses han proliferado las churrerías de barrio.
Pulcras, más asépticas y con mayor oferta. Una parlanchina y acicalada
dependienta ha reemplazado al grueso vendedor que personificaba la figura del
churrero. Otros tiempos con los mismos productos.
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