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lunes, 25 de agosto de 2014

Paseando por los hitos de la Constitución de 1812

Monumento de homenaje a las Cortes y a la Constitución de 1812 (Cádiz)
El tormentoso debate sobre si debe renovarse o actualizarse la vigente constitución de 1978 queda desdibujado cuando paseas por los hitos de la primera carta magna que tuvimos los españoles, la de 1812, promulgada por las Cortes Generales, reunidas, con carácter extraordinario, en Cádiz. El nombre de los diputados de las diferentes regiones españolas y de los procedentes de distintos puntos de América e incluso de Asia queda convenientemente litografiado en los aledaños del enorme monumento que homenajea a estos padres fundadores de la actual España.

Este abigarrado grupo, del que formaban parte, entre otros valencianos, José y Joaquín Martínez, tuvo la valentía de enterrar definitivamente el eufemísticamente denominado Santo Oficio (más conocido como Inquisición), de regular la igualdad de derechos entre los ciudadanos, al margen de su territorio de nacimiento, e incluso de limitar el poder del monarca (aunque este hiciera caso omiso). Entre otras contundentes medidas.

Su ímproba labor en una España convulsionada por los azotes napoleónicos y por los vaivenes del monarca Fernando VII no goza del suficiente reconocimiento. Sí, hace un par de años asistimos a diferentes actos motivados por el bicentenario de esa constitución iniciática (el Fórum Persones i Societat abanderó algunos de ellos en Valencia). Pero de aquello, como digo, hace ya un par de años.

Urna electoral de 1837
El Museo de las Cortes de Cádiz, ubicado en la calle Santa Inés de la capital gaditana, aporta las bases para despertar la nostalgia y la comprensión en el ciudadano. De entrada libre y no precisamente abarrotado, muestra ´joyas´ como la enorme recreación pictórica de la jura a esa constitución de 1812. También la retahíla de retratos de diversos personajes ilustres de la época. Entre ellos del citado y ominoso Fernando VII. Igualmente podemos contemplar planos y maquetas de cómo era la ciudad por aquel entonces. Del mismo modo, aunque ya de 1837, nos sorprendemos con una electoral urna de madera, con aspecto más bien de cineraria.

Y, como nutrición histórica, nos topamos con una completa descripción -ya en otra sala- de la triunfal resistencia gaditana ante unas confiadas tropas francesas que no valoraron la estrategia y motivación de los defensores de la ciudad.

Para rematar el paseo a los hitos de aquel 19 de marzo de 1812 podemos visitar el oratorio (junto al museo) y recorrer la calle Ancha, espacio de trajín de murmuraciones, cotilleos y, desde luego, noticias. La placa colocada en la puerta de la sede de la Asociación de la Prensa de Cádiz resume el espíritu visionario y rompedor de la citada constitución. Con buenas dosis de ilusión y de consenso lograron aquellos diputados enderezar una nación. Su esfuerzo y, sobre todo todo, el estudio de su labor, debería de constituir la base ideológica de cualquier político o aspirante a político actual.