Esta semana la Constitución Española celebra su 34
aniversario. Con casi tres décadas y media se halla plenamente aceptada y
consagrada. No obstante, el hecho de que ya forme parte de la vida de los
ciudadanos no quiere decir que sea intocable ni impoluta. Desde luego, las
circunstancias actuales no equivalen a las vividas en la recién estrenada
democracia, lustros atrás. Tampoco las expectativas resultan las mismas.