Ricardo Sixto ha retornado a la primera fila de la política. Ha regresado de la penumbra organizativa, del trabajo oscuro y gestor en el que andaba sumido en los últimos años en Esquerra Unida para encabezar la candidatura de su formación al Congreso. Y lo hace cuando las perspectivas son regulares tirando a buenas para EU porque tiene bastantes visos de recuperar el diputado que perdió en 2008. Compromís y los izquierdistas pueden acabar de estrujar al PSPV, que se presupone será vapuleado por el PP en la Comunidad Valenciana.
Sixto interviene ante la mirada atenta de Cayo Lara |
Licenciado en Geografía e Historia, decidió entonces abandonar la primera línea pública para centrarse en su futuro laboral en otros ámbitos. Parecía una retirada en toda regla. Pero su causa, la de EU, le reclamó al poco tiempo hasta convertirse en uno de los más firmes respaldos de Gloria Marcos en el convulso inicio de la legislatura 2007-2011, cuando Esquerra Unida se fragmentó y la corriente Esquerra i País se escindió. El sector comunista pasó a controlar sin oposición alguna ese partido. Y a partir de ahí Sixto fue recuperando protagonismo.
Ahora, este habitante del barrio valenciano de Ruzafa que guarda un parecido razonable con el actual aspecto del actor John Travolta, tiene la misión de que EU vuelva a contar con representación en el Congreso. Una vez allí -si entra- ya decidirá si forma grupo con su líder, Cayo Lara, o trabaja por su cuenta, al estilo de la filial catalana izquierdista, Iniciativa per Catalunya.
Sixto ahora observa a su coordinadora, Marga Sanz |
En todo caso, la de Ricardo Sixto supone una apuesta por el aparato, por la fidelidad a una línea ideológica y por la discreción. Desde luego, también por la experiencia de una político bregado que transmite cierta imagen de moderación. En la línea que trata de mostrar su partido, que desde las pasadas elecciones no cesa de comer terreno, sin prisa pero sin pausa, a un Compromís todavía dormido en los laureles de su éxito electoral de mayo. Necesitan, como los emperadores romanos, un esclavo que les recuerde el carácter efímero de las alegrías.
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