El protocolo resulta bastante simple. Superar los 50 kilos y no los
65 años, rellenar un formulario, someterse a una revisión de las respuestas por
parte del médico de turno y tumbarse en una camilla tras una recomendable
ingesta de líquidos.
Después de un pinchazo con preaviso, comienza la
transferencia de sangre. Durante más o menos diez minutos de abrir y cerrar el
puño del brazo aguijonado, fluyen los alrededor de 450 mililitros de la
donación estándar. Luego, retirada de bolsa sanguínea y aguja, colocación de
algodón y unos momentos de reposo. Todo termina con refresco y bocadillo
cortesía del Centro de Transfusión. A continuación, a funcionar con precavida
normalidad. Sencillo, rápido y solidario.
Columna publicada hoy en el diario 20 minutos
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