Con este relato participé en el libro 101 relatos del periodismo, confeccionado por Editorial Vinatea y presentado en la última edición de la Feria del Libro de Valencia.
Un gran hombre
Divine hizo cálculos mentales. Miró los fardos y anotó en su
agitada mente que habría recolectado unos cuatro kilos de café. No estaba mal
para tratarse de las cinco de la mañana y contando el tiempo que tenía que por
delante antes de que las altas temperaturas y la elevada humedad que marcan las
tareas en Kivu del Norte, la remota región de la República Democrática del
Congo en la que vivía, le obligarán a sustituir la recolección al aire libre por
labores domésticas, ya más protegida del sol.
Hoy trabajaba con mayor rapidez que otros días. Lo hacía con
un especial frenesí. Y no porque Divine Mabiala no fuera una joven dedicada de
pleno a la tarea que le encomendaba su familia –de hecho, ese carácter
laborioso destacaba como una de sus principales cualidades en las
conversaciones preliminares de su madre por buscarle esposo-, sino porque esa
noche apenas había podido conciliar el sueño.