El desafío
más importante, desde mi punto de vista, consiste en recuperar la credibilidad.
La
credibilidad entendida como confianza del lector, televidente, receptor,…,
como sentir, por parte de este, que la información que recibe es correcta,
clara e imparcial. Que la expresión: lo he leído en el periódico (impreso o
digital), lo he escuchado en la radio o lo he visto en la tele (en pantalla,
móvil u ordenador) provoque certeza en quien la recibe. Como ocurría hace un
par de décadas.
Ganar esa
credibilidad pasa por impulsar la ética en el ejercicio de la profesión. Por
promover la práctica de una veracidad informativa escrupulosa, de una
responsabilidad social como suministradores de un producto básico (la información)
para la sociedad, de una honestidad profesional.