El desafío
más importante, desde mi punto de vista, consiste en recuperar la credibilidad.
La
credibilidad entendida como confianza del lector, televidente, receptor,…,
como sentir, por parte de este, que la información que recibe es correcta,
clara e imparcial. Que la expresión: lo he leído en el periódico (impreso o
digital), lo he escuchado en la radio o lo he visto en la tele (en pantalla,
móvil u ordenador) provoque certeza en quien la recibe. Como ocurría hace un
par de décadas.
Ganar esa
credibilidad pasa por impulsar la ética en el ejercicio de la profesión. Por
promover la práctica de una veracidad informativa escrupulosa, de una
responsabilidad social como suministradores de un producto básico (la información)
para la sociedad, de una honestidad profesional.
Todavía me
rechinan los oídos por una frase que escuché en un foro. “El periodismo es
ideología”, señaló una ponente que ha pasado de trabajar en un medio a formar
parte de un partido político. El periodismo debe primar la ética y, por tanto,
despolitizarse.
Filias y fobias
No caer en
filias o fobias políticas. Desde mi punto de vista, en caso alguno es
ideología, por lo menos en el sentido político.
Esa ética
que conduce a la credibilidad pasa también por la apertura de mente que debe
considerarse innata a un periodista. Por alejarse lo máximo posible –difícil,
porque es humano al fin y al cabo- de prejuicios y estereotipos. Por abrir los
ojos bien a la sorpresa diaria. Y por relatarla con imparcialidad, con respeto
escrupuloso a la verdad. No digo objetividad porque considero que cada ser
humano tiene su subjetividad, le es consustancial. Por tanto, la objetividad,
desde mi punto de vista, resulta una quimera.
El tumulto
de las redes sociales actúa, en bastantes ocasiones, de antagonista de esa credibilidad.
Como ejemplo tenemos el caso del supuesto ´maestro´ valenciano que, en su
cuenta de Facebook, lanzó todo tipo de insultos tras la muerte de un torero. Me
sorprendió el titular de muchos medios dando por hecho que se trataba de un
maestro valenciano. La única fuente había sido el interesado y lo que había
puesto en su muro.
Desacreditar a un colectivo
¿Basta con
eso? ¿Acaso son noticia para un medio los exabruptos que cualquiera pueda
lanzar en redes sociales? Lo dudo mucho. No creo que sea ese el camino para
ganar credibilidad. Sí para, en el caso mencionado, desacreditar a un colectivo
profesional –el de maestros- y a los habitantes de la Comunidad Valenciana.
El uso de
métodos justos y legales para conseguir noticias, la obligación de desmentir y
rectificar, la regulación del secreto profesional o actualizados libros de
estilo, constituyen otras vías que ayudarían a reforzar la ética en el
ejercicio de la profesión y la consiguiente credibilidad.
Sí,
comprendo, desde luego, que todo esto puede sonar a utopía en un entorno de
presiones constantes de los anunciantes o del afán de los medios en buscar la
máxima audiencia con el mínimo de redactores posible. Todo esto aunque obligue
a poner, de relleno, informaciones cuyo único objetivo consiste en atraer
visitas. Aunque respondan en poco o nada al ámbito geográfico o de contenidos
de ese medio. Y aunque luego tantas visitas apenas reviertan en más ingresos.
A veces se
pierde la perspectiva por el narcisismo del contador de visitas en la web o de
comprobar los ´me gusta´ en redes.
En esta
carrera por conseguir más seguidores el periodista se ve obligado a multiplicar
su trabajo para obtener todo tipo de informaciones, editar contenidos variados,
fotografiar, grabar, tuitear,…., todo ello por el mismo dinero o menos del que
cobraba antes. Asfixiado por falta de tiempo. Difícil atender a criterios
éticos en estas circunstancias.
Los medios,
como empresas, también sobreviven en un entorno muy complicado. Incluso hostil.
Buscan lectores, oyentes, televidentes, anunciantes, inversores,
patrocinadores…, ingresos, al fin y al cabo, en una sociedad que se está
acostumbrando –como ente colectivo- a exigir mucho y a dar poco. Al gratis
total. O a pagar solo por ciertos servicios. Y cada vez considera menos el
periodismo como tal. Como digno de pagar.
Especialización
Y meterse en
esa vorágine, ¿ha servido de algo a los periodistas y a los medios? Creo que en
los últimos años estamos viendo más cierres que aperturas y, sobre todo, más
despidos que contrataciones. Sí, aparecen muchos pequeños medios que llegan a
alcanzar una rentabilidad.
No obstante,
en líneas generales hemos comprobado que caer en el producto al por mayor y en
el gratis total ni ha beneficiado a las cuentas de muchas empresas del sector
periodístico ni, desde luego, ha reportado más contrataciones ni mejoras de
sueldo en las redacciones. Ni en el sector periodístico en general. Y, por el
camino, encima hemos perdido credibilidad.
Posiblemente
ha llegado el momento de insistir en la especialización. Para noticias
mayoristas ya existe todo tipo de plataformas digitales. De luchar por esa
utopía, la de la potenciar la ética como camino directo a mejorar la
credibilidad de los medios.
La de subrayar
también los logros del periodismo. Recalcar que si se ha producido una purga de
políticos corruptos, en gran medida se debe a la buena labor de unos cuantos
esmerados periodistas, que han investigado y difundido información contrastada,
imparcial y totalmente veraz. En muchas ocasiones, los cuerpos de seguridad del
Estado y la judicatura han seguido la estela de esas informaciones.
Concluyo
apelando a que mimemos nuestra profesión. A que los periodistas seamos los
primeros defensores de la aplicación de la ética. Que no dejemos de destacar la
importancia del buen periodismo y su utilidad social. Si no lo hacemos
nosotros, difícilmente lo harán quienes ni se apasionan, ni se han formado para
ejercerla, ni aspiran a vivir de esta profesión.
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