Podríamos denominarlo ´efecto Afrodita´.
Avezados dirigentes de los dos principales partidos comienzan a percibirlo como
una necesidad para garantizar su propia pervivencia. Hesíodo, hábil recopilador
de leyendas de la Grecia clásica, cuenta en su Teogonía el modo en que Crono
cortó los genitales a Urano y los arrojó al mar. Del lugar donde cayeron brotó
una espuma blanca que se metamorfoseó en la mismísima Afrodita, divinidad de la
belleza. Por tanto, de despojos humanos emergió el máximo exponente de la
atracción física.