Alekséi Stajánov pasó de formar parte, como un eslabón más,
de la cadena productiva soviética a convertirse en emblema de sacrificio y
abnegación en el conjunto del territorio que abarcaba la URSS. Su apellido,
gracias a la proclive propaganda comunista y a la capacidad del propio minero
para multiplicar por 14 la media diaria de extracción de carbón de sus
compañeros en 1935, se ha extrapolado y la misma Real Academia de la Lengua
Española lo admite para aquellos que despuntan por sus iniciativas individuales
laborales.