Mientras nuestros políticos se ceban en recortar salarios y
derechos de los empleados públicos y en subir la gasolina o el IRPF, el
ciudadano de a pie está demostrando una paciencia infinita, más que jobiana.
Recibe cada semana las drásticas decisiones del pleno del Consell y del Consejo
de Ministros sumido en una nebulosa de sentimiento de culpabilidad y de
impotencia. Con estoicismo insano. De momento.
Ciudadanos documentados
El pasado viernes acudí a una tertulia moderada por la
periodista Emi Barberá en la que tres ciudadanos documentados analizaban la
situación económica y aportaban soluciones. No eran eminentes políticos ni
gurús de los mercados. Únicamente personas con sentido común y preocupadas por
la situación en la que vivimos, rasgos que presuponemos muchas veces
erróneamente de nuestros dirigentes. La charla la organizaba el azaroso
Antonio, propietario de Vía Florencia, un local ubicado en la calle Valle de la
Ballestera de Valencia, que se ha lanzado a la responsable aventura de
orquestar una tertulia monotemática cada viernes.
Imagen de la tertulia en Via Florencia tomada del muro de facebook de Antonio Domínguez |
Entre los ponentes y el participativo público existente
esbozaron una serie de soluciones. En cualquier caso, ninguna pasaba por la
subida de impuestos. Todos comprendían que esa medida solo deja más exhaustos
si cabe los bolsillos de los contribuyentes.
Algunos abogaban por actuaciones keynesianas que impulsaran
la inversión estatal para crear empleo. Otros apostaban por fiscalizar los
blancos y obligarles a permitir que fluya el dinero. Incluso quedó en el aire
alguna aportación relativa a abandonar el Euro. Desde luego, países como Nueva
Zelanda, Australia o Canadá, que se manejan con monedas minoritarias, son los
que con más entereza se pasean por esta crisis mundial que a ellos apenas les
inmuta.
Los argumentos y explicaciones de estos ponentes resultaron
más lógicos que algunos de los que expone el conseller de Hacienda de la
Generalitat, José Manuel Vela, en sus intervenciones. Cierto es que Vela
dispone de más información y tiene una responsabilidad que presupone una
discreción. No obstante, el hecho de que culpe con reiteración de todos los
males de liquidez a la falta de colocación de los bonos patrióticos me induce a
la desconfianza.
Reconocer errores
Preferiría, al igual que otros muchos conciudadanos, que
reconociera los errores políticos que nos han depauperado ( lo de menos ahora
es quién los haya cometido o a qué partido perteneciera). La humildad y el realismo en sus afirmaciones
constituyen la mejor base para que un político resulte creíble. A partir de ahí,
a escuchar a los ciudadanos, porque quizás la lógica de la calle aporte lecciones
más útiles que los soberbios ´mercados´.