Ocultar el rostro de Dios. La denominación, que evoca películas de Indiana Jones, refleja el misterio del plato. Francesca Baccon, la directora de sala, lo sirve, junto a su equipo de ‘bailarinas de la gastronomía’, oculto por una servilleta plegada. Acto seguido ofrece al comensal la pista clave. Únicamente se puede degustar abriendo por completo el citado envoltorio, cubriéndose la cabeza con él y acercando el rostro a su base. Así llega el momento cumbre de placer, el de descubrir lo que atesora.
Ese plato, que cierra el 5º acto del menú Octavo del
restaurante de Quique Dacosta reconocido con tres estrellas
Michelín, podría constituir el epítome del reputado chef de Dénia. Más allá del
personaje público, de su fama como cocinero innovador y emblema de su
localidad, tiene un trasfondo que, de alguna manera, puede intuirse en su
singular firma, con una Q enorme y una línea exagerada (o artística) que la
rubrica.
