
No obstante, la prolífica escritora inglesa trasciende, en sus obras, ese cliché, y diseña auténticas recreaciones históricas como la que narra la evolución de Egipto en Las Vírgenes del Paraíso, o la que aborda la lucha diaria por la supervivencia de los judíos en los campos de concentración alemanes en Trenes Nocturnos. Del mismo modo, da rienda suelta a su faceta viajera al describir las vicisitudes de la doctora Conroy en la emergente Australia del siglo XIX en La tierra dorada. Historia, por cierto, con bastantes similitudes a la también hábilmente hilvanada por Sarah Lark en su trilogía sobre Nueva Zelanda.