
Además de detener por doquier a conductores, un grupo de
voluntarios accidentados en diferentes percances explicaba a aquellos que daban
positivo el peligro de dirigir un vehículo tras ingerir una contundente dosis
de alcohol. O tras fumar cannabis, una práctica que muchos consideran aséptica
e inocua pese a que está sancionada.
Su testimonio y, sobre todo, el hecho de observarlos
sentados sobre una silla de ruedas, surte más efecto que una multa económica o
unos puntos del carné perdidos. Su imagen y sus palabras se asomarán a la mente
de muchos vecinos cuando vayan a tomar más de una copa de vino antes de
conducir. Ya han visto lo que les puede pasar.
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