20 minutos CV. 18-01-2012 |
La precariedad económica está acabando con las propinas. Muchos
camareros recogen las mesas asumiendo que no se llevarán la grata sorpresa de
toparse con algún euro como agasajo. Saben que para bastantes clientes el
simple hecho de pagar un menú ya supone un enorme lujo.
¿Qué pueden hacer ante esta situación? Dar lo mejor de sí
mismos. La persona que se sienta en la mesa de un local espera disfrutar
totalmente, tanto de la comida como de la compañía y, por supuesto, del
servicio. El frecuente y brusco “¿qué va ser?” urgiendo con libreta y boli en
mano no constituye el mejor recibimiento. Por mucho que hablemos de un bar de
siete euros el cubierto.
¿Qué tal un ´bienvenido´ o un ´póngase cómodo´? ¿O un ´disfruten
de la comida´ tras servirla? Basta con un par de detalles verbales. Con ofrecer
el trato que ese camarero o propietario agradece cuando ejerce de cliente. Así,
quizás y pese a todo, salvemos una institución como la propina.