La remodelación del Consell acometida por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, supone todo un paso hacia delante y una demostración, por fin, de autoridad. De manera rotunda se ha desprendido, año y medio después, del legado heredado de Francisco Camps. Ni consellers de perfil más técnico como Luis Rosado (Sanidad) o Jorge Cabré (Justicia) se han salvado. La antelación con la que se marchó José Manuel Vela, otro cargo público que responde a ese mismo arquetipo, quizás haya contribuido a acelerar una medida que Fabra parecía desear en silencio desde hace tiempo pero que no acababa de ejecutar.