El omnipotente emperador romano Octavio Augusto bautizó con
su nombre agosto. Buscó un mes que contuviera 31 días para que no anduviera a
la zaga a cualquier otro. También quería que se recordara su victoria sobre
Marco Antonio y Cleopatra conseguida en ese mismo periodo del año. Deseaba que
no pasara desapercibido. Tampoco lo han pretendido algunos de los principales
estandartes políticos valencianos. Ha sido un agosto inusual. Ubicado entre el
vaivén electoral municipal y autonómico de mayo y la línea de meta de la
legislatura a nivel estatal.