Todo cierre forzado, toda despedida no deseada, encierra un
enorme drama. En el caso de un medio de comunicación va más allá de su
plantilla, ya que se convierte en un hecho de repercusión social, de relevancia
ciudadana. Ese cierre, además de provocar la pérdida de empleo de un grupo de
trabajadores, deja huérfana de información a una audiencia.
Por mucho que algunos augures y otros supuestos gurús se
empeñen en insistir en que todo aquello que necesitamos saber se encuentra en
internet y que el resto ha quedado prácticamente en desuso, la realidad no es
tan aséptica. Existen los símbolos, los recuerdos y, ante todo, la fiabilidad
de una tradición informativa. Y no me refiero a la nostalgia.
Don Balón, la revista futbolera con 36 años de difusión en
su curriculum, era uno de ellos hasta que cerró el pasado mes de septiembre.
Como en el caso de Súper Pop, que también ha dejado de elaborarse y de llegar a
los quioscos en este fatídico 2011, sus portavoces afirman que se está reestructurando,
que estudia su rediseño y otra serie de excusas que no logran ocultar la
realidad del cierre.
El adiós de Don Balón ha resultado especialmente doloroso
por el significado que ha adquirido para varias generaciones de españoles,
sobre todo para quienes empezamos a adentrarnos en la información relacionada
con este deporte tras el mundial de España, en 1982. En los años ochenta y
noventa la publicación vivió sus momentos de mayor esplendor. Los reportajes de
fútbol internacional adquirieron un digno prestigio.
Y la sección de intercambios tenía sus seguidores
incondicionales. Era una de mis favoritas para encontrar coleccionistas de
postales de estadios, de banderines de equipos y un largo etcétera de objetos
absurdos para quien no se ha sumergido alguna etapa de su vida en el curioso
mundo de los apiladores de recuerdos futboleros.
Coleccionistas
Esa sección consiguió hilvanar a grupos de coleccionistas y
auspiciar pequeñas publicaciones caseras que mejoraban esos intercambios de
artilugios. Logró, sobre todo, que surgiera una especie de camaradería entre
aficionados del Valencia, del Inter de Milán o del Southampton, por poner
ejemplos. Sin conocernos en persona nos esforzábamos para que nuestros
compañeros de afición aumentaran sus colecciones. A base de correo postal,
claro está.
Don Balón ha supuesto mucho más que una revista en su
ámbito. Al igual que Meta2000 en
ciclismo o Valencia-fruits en
agricultura, por poner ejemplos de dos publicaciones veteranas y referentes
editadas en Valencia. Su legado trasciende el esforzado trabajo de redactores,
colaboradores, maquetadores, fotógrafos y del resto de la plantilla.
La presidenta de Valencia-fruits, Josefina Ortiz, y su director, Óscar Orzanco, recogieron el último premio de Fuvama |
Son símbolos. Pilares en los que se asienta una sociedad y
que necesita para no hundirse en una especie de depresión colectiva. Por
cierto, otro emblema, en este caso individual, lo ha representado Jerónimo
Hernández, el concursante que ha sobrevivido 51 programas de Saber y Ganar. Por
su sabiduría y humildad se ha ganado el corazón de toda la audiencia. Deja un
gratísimo recuerdo, el de quien ha logrado aportar algo positivo a la vida de
los demás. Como Don Balón.
Jerónimo Hernández, gran concursante de Saber y Ganar |