Las turmae o escuadrones de caballería romanos no han
trascendido a la historia bélica ni al vocabulario popular con el predicamento
de cohortes o legiones. Sin duda por el reducido número de componentes con los
que contaban –habitualmente una treintena de jinetes-. No obstante, la función
de cada turma y su capacidad de
organización resultaban fundamentales para el conjunto del ejército a la hora
de afrontar una contienda.