Todo o nada

20 minutos. Pág. 3 CV (16-10-2013)

 Ha ocupado el segundo cargo institucional más importante de la Comunidad Valenciana, el de presidenta de las Cortes. Allá donde acudía se convertía en protagonista y le asignaban un lugar destacado. Fueron otros tiempos. La semana pasada tenía que preguntar por butacas libres para sentarse en mesas aledañas a la presidencial en un concurrido acto. Nadie había previsto reservarle sitio. Ni nadie se molestaba en ayudarle a conseguirlo.

En su caso lo asume con la flema y la humildad de quien considera el gobierno de los asuntos públicos como una etapa más en su vida, un inciso en su actividad docente. No obstante, para algunos de sus compañeros de aquel ciclo la transición del todo a la nada no resulta sencilla.

Los altos cargos municipales, autonómicos o nacionales desarrollan su periplo en una burbuja de coches oficiales, abrazos y adulaciones. Pero cuando, tarde o temprano –y siempre ocurre-, explota esa pompa, se convierten en ciudadanos de a pie. Todos los privilegios terminan. Y entonces han de asumir su verdadera condición humana. 

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