La contratación -y la posterior anulación- de un curso de liderazgo por parte del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha levantado una polvareda de críticas y desconfianza. Sí, gastar 20.000 euros del erario público en ayudar a encumbrar a una persona, por muy máximo responsable autonómico que sea, chirría en estos tiempos de recortes y supresión de ayudas. Cuando no llega el dinero para subvencionar centros de atención a personas con discapacidad suena a burla que sí que exista para menesteres considerados menos prioritarios.