La desafección y la mayor exigencia ciudadana de
responsabilidades a los políticos han provocado que se haya pasado de la
escucha pasiva de antaño, en la que muchos cargos públicos se limitaban a
cumplir con la rutina de recibir o visitar entidades, a la activa, en la que
recogen aquello que le transmiten sus convecinos, lo asumen como propio y, con
la intención de aplicarlo o solventarlo, lo incluyen en su proyecto electoral.