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sábado, 20 de diciembre de 2025

El lago Atitlán y el simbólico quetzal: Historias por LATAM (XI)


Recién llegados de la fronteriza Huehuetenango y su concurrida y polvorienta estación de autobuses, el lago Atitlán, casi en el epicentro de Guatemala, constituía un remanso de paz al más idílico estilo de los evocados por el poeta Garcilaso de la Vega. En reducidas poblaciones en las orillas lacustres convivíamos ‘gringos’ (como nos llamaban a los extranjeros) y autóctonos en un ambiente tranquilo, acuático, caribeño

El lago destaca por su profundidad y por claridad. Con barcas a motor nos desplazábamos desde la pequeña Santiago a la capital, Panajachel, a la bella San Marcos, a San Pedro o a cualquier otra de sus poblaciones aledañas. Aunque no hacía falta moverse mucho para disfrutar de sus coloridos mercados locales, de sus exquisitas frutas o, simplemente, de su calma, de la armonía que transmitía el lugar.

Nos quedamos tres días paladeando esa paz, de recorridos por el entorno, de degustación de piñas, guayabas y otras frutas, de tertulias con otros foráneos o con los locales y de la hospitalidad y del buen trato de estos últimos. No había lavanderías. El lago realizaba esas funciones purificadoras.

Excepto la capital de Guatemala, ruidosa y peligrosa, el país lo disfrutamos. Otra buena muestra lo supuso Antigua, la villa colonial, con sus casonas, su paseo por alrededor del volcán, sus entretenidos y bien surtidos mercados, su buena gastronomía...

El recorrido guatemalteco lo completamos en la cabaña de una reserva, con un notable madrugón para, al mismo amanecer y en completo silencio, avistar el mítico aunque real Quetzal, el ave nacional y simbólica del país. Logramos contemplar durante escasos segundos un lustroso ejemplar.


Con motivo del 25 aniversario del largo viaje que hice con mi amigo José Ramírez por Centroamérica, Perú y Bolivia recopilo en mi blog algunas historias de aquella travesía. Por entonces todavía este cuaderno de bitácora digital no existía y no podía, por tanto, convertir en entradas digitales estas anécdotas. Ahora compenso con recuerdos, imágenes (como las captadas en el lago que inspiran este artículo) y transcripciones recuperadas

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