Existen ocasiones en las que sientes que has vivido con anterioridad una escena de tu realidad que se está desarrollando en ese momento aunque seas consciente de que eso no ha ocurrido. O que has leído en libros o visto en películas esa instantánea. Porque, efectivamente, hasta entonces te parecían más de cine. No obstante, ahora está ocurriendo contigo inmerso en ella como actor protagonista o secundario.
En el viaje por Centroamérica, Perú y Bolivia sucedió en diversas ocasiones. Uno de esos ‘déjà vu’ tuvo lugar en el recorrido entre la populosa ciudad de Trujillo, en el norte peruano, y la montañosa Huaraz. En uno de los tramos finales, el reducido espacio del autobús heredado de Estados Unidos -como tantos otros que fueron destinados durante sus primeros años al transporte escolar y se empleaban en una segunda vida en países más al sur de América-, lo compartíamos no menos de 20 gallinas, alguna oveja, un par de perros, una cacatúa y unas sesenta personas con atuendos de lo más heterogéneos.
Entre socavones, un incesante traqueteo y
conversaciones cruzadas avanzábamos a alrededor de 30 kilómetros por hora.
Hasta que el autobús ya no pudo seguir haciéndolo. En parte, debido a la
pendiente ascendente de la carretera, y, por otro lado, a causa de unos enormes
pedruscos que no solamente obstaculizaban el paso, sino que advertían de un claro
peligro de desprendimiento de otros de su mismo o incluso mayor peso.
La consecuencia consistió en que bajamos todos del
transporte colectivo. Por un lado lo hicimos para evitar el riesgo de sufrir el
golpe de una piedra en la cabeza y, por otro, para ayudar a empujar el autobús mientras
este podía moverse con mucho menos peso de pasajeros.
Y, así, entre anécdota y susto, pero con la flema ya
adquirida de haber viajado desde hace meses por carreteras complejas y medios
de transporte precarios, superamos aquel escollo y llegamos, ya de noche, a
Huaraz. Ahí nuestra principal misión consistía en adentrarnos en la Cordillera Blanca.
Sobre esa vivencia puedes leer un resumen en otra entrada ya publicada en este blog.
Con motivo del 25 aniversario del largo viaje que hice con mi amigo José Ramírez por Centroamérica, Perú y Bolivia recopilo en mi blog algunas historias de aquella travesía. Por entonces todavía este cuaderno de bitácora digital no existía y no podía, por tanto, convertir en entradas digitales estas anécdotas. Ahora compenso con recuerdos, imágenes (como las del citado autobús que inspira este artículo) y transcripciones recuperadas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario