
Los nuevos alcaldes llegan al cargo con una sociedad
exigente, hastiada de la corrupción y de promesas de transparencia en la
gestión que en demasiadas ocasiones no han acabado de concretarse. También deberán
afrontar circunstancias diferentes a las de sus predecesores. Las
inauguraciones de inmuebles quedaron reducidas a la mínima expresión hace años
y ahora la prioridad consiste en atender a quien no tiene para comer, para
pagar la luz o para sufragar la cuota de la asociación de padres de alumnos. Y,
desde luego, en crear empleo. Los alcaldes han de centrarse en lo básico.
Columna publicada en el diario 20 minutos (10-06-2015)
Pincha este enlace para leer la edición completa