Un placer sencillo y gratuito para alimentar la curiosidad
consiste en recorrer una librería hojeando sus últimas novedades. O sus
clásicos. Para los aficionados a la lectura (muchos y apasionados) supone una
distracción que deriva en deleite. Incluso una necesidad. La de estar al día de
lo publicado. Con la consiguiente y sana tentación de comprar para devorar el
producto literario escogido.

Columna publicada en el diario
20 minutos.
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