El declive en el que han sumido a muchos medios de
comunicación la crisis económica, la descomunal caída de la inversión
publicitaria y la falta de un modelo rentable para obtener ingresos de informar
por internet, ha deteriorado la imagen del propio periodista. Tanto que ha
opacado que, en la convulsión social constante en la que vivimos, tiene uno de
los perfiles laborales más atractivos que existen.
En primer lugar, la inmensa mayoría de empresas (al margen de
su volumen de facturación) ha adquirido plena conciencia de que necesita
comunicar para acercarse a sus clientes. También que lo ha de hacer con el
máximo rigor y esmero sobre las cualidades de su producto para convencer al
comprador de que desembolse el precio demandado. ¿Y quién mejor para comunicar
o dirigir esa comunicación que un experto en la materia, un periodista?