Los datos aportados en la jornada de Psicología Clínica y
Salud celebrada en el Hospital General de Valencia me parecen espeluznantes.
Tal cual, en la nota informativa que incluye declaraciones de Antonio Cano,
presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés,
afirma que el 64,5 de los pacientes con trastornos mentales es atendido por un
médico de Atención Primaria.
La aseveración la remata con una apostilla, primero, y con
una dramática conclusión, en segundo lugar. Por una parte señala que “en la
mayoría de los casos el facultativo prescribirá tranquilizantes que producen
adicción y no resuelven el problema”. Por si no fuera suficiente, finaliza el
párrafo asegurando que “la mayoría de los pacientes con trastornos depresivos
no está bien medicado”, todo ello a pesar de que conllevan “más discapacidad
que los trastornos físicos crónicos”.
Atención de especialistas
¿Hasta qué punto hemos llegado? La base de esta denuncia
consiste en reclamar que los especialistas, los psicólogos clínicos, atiendan a
quienes deberían de ser sus pacientes. Que no se ocupen de ellos los médicos de
familia. Máxime si, según la Organización Mundial de la Salud, la depresión se
habrá convertido en la segunda mayor causa de discapacidad en 2020.
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Hospital General de Valencia. Imagen tomada de tresdelsiete.blogspot.com |
Mientras la enfermedad se dispara quienes la sufren apenas
son consolados con la prescripción de unos tranquilizantes que les hacen más
mal que bien. Todo ello con una desaprensiva inercia en la que se mezclan el
hastío y saturación de los facultativos de Atención Primaria, la impotencia de
los psicólogos clínicos ante tamaño disparate y la condena de los pacientes a
que su situación empeore.
Si ya no cuidamos –o no cuidan quienes asumen esa misión- de
nuestra salud, de qué vamos a cuidar. Desde luego, cuando lees informaciones
como esta y cuando te enteras de incontables casos de desatención o errores
propiciados por la dejadez, te echas las manos a la cabeza. Un poco de
responsabilidad. No, mejor muchísima responsabilidad porque estamos hablando de
nuestra salud y de nuestras propias vidas.