El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha abierto una cortina de humo para tratar de ocultar la tormenta de la destrucción económica. En medio de la propuesta del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en Radio Televisión Valenciana, de los drásticos recortes en educación y sanidad, del impago a los farmacéuticos y discapacitados y del remate del tijeretazo de Rajoy, se le ha ocurrido plantear el cambio de fecha de las dos celebraciones emblemáticas (de ahí que tengan esa catalogación de días festivos) de la Comunidad Valenciana, el 19 de marzo y el 9 de octubre.
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| Alberto Fabra ha tensado su relación con Rita Barberá y los falleros. ¿A sabiendas? |
¿Habilidad o inconsciencia? Él sabrá. En cualquier caso, el hecho cierto ha consistido en corroborar que ha tocado la fibra sensible de falleros y valencianistas, dos sectores que defienden tradiciones y valores para ellos intocables. Fabra ha profanado su idiosincrasia. Y lo ha hecho en Alicante ciudad, territorio ajeno a estos debates y a cuyo foro, en principio, poco le afecta esta determinación. Más falta de sensibilidad todavía.
Para remate, la circunstancia de que el presidente de la Generalitat proceda de Castellón exacerba todavía más la indignación. Resulta bastante paradójico que un castellonense anuncie en Alicante una decisión que afecta, principalmente, a Valencia. Todo un desprecio para muchos. Y el ciudadano ya está harto de ser despechado por sus políticos una y otra vez.
Jugar con fuego
Fabra ha tenido el acierto de conseguir colocar el debate sobre el traslado de estos dos festivos en primera línea de la actualidad y atenuar informativamente, de este modo, la crudeza de la situación económica. Pero juega con fuego. Ha recurrido a una maniobra que apuñala en pleno corazón a decenas de miles de valencianos. Y el corazón no se toca. Es lo último que le queda ya a mucha gente. Su identidad como pueblo. Su sentimiento de pertenencia a un colectivo con una historia secular plasmada –festiva e históricamente- en el 19 de marzo y el 9 de octubre. Mucho cuidado.
