El aquilifer representaba el poderío y el prestigio de las legiones romanas. Este suboficial portaba el águila que ejercía de emblema de su correspondiente legión. Recaía en él esa mezcla de honor y responsabilidad por su predicamento y su valentía. Su labor, además de enarbolar ese estandarte, consistía en defenderlo y en evitar que se perdiera en combate o que, peor aún, le fuera arrebatado por el enemigo, lo cual suponía una mancha indeleble para toda la legión.