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miércoles, 5 de febrero de 2014

Churreros

Deliciosa la combinación de churros con chocolate
Orondo, sudoroso, con el delantal plagado de manchas. Después de aguardar una larga cola dominical, el churrero extraía de entre el aceite hirviendo de un perol una docena o media de su fruta de sartén (así define los churros la Real Academia de la Lengua), los hilaba con un cordel verdoso y te los entregaba. O los encasquetaba en un cucurucho de papel de periódico.
Con el tiempo estos vendedores ambulantes o asentados en mercados minoristas fueron extinguiéndose. La bollería sustituyó el desayuno dominguero basado en churros. La posibilidad de degustarlos quedaba casi limitada a Fallas, cuando Valencia se atiborra de churrerías.

20 minutos CV. Pág. 2 (05-02-2014)
Hasta que la obligación de emprender ha recuperado la figura del churrero. En los últimos meses han proliferado las churrerías de barrio. Pulcras, más asépticas y con mayor oferta. Una parlanchina y acicalada dependienta ha reemplazado al grueso vendedor que personificaba la figura del churrero. Otros tiempos con los mismos productos.

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