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domingo, 27 de noviembre de 2011

Polígonos desmantelados (ABC)


El estímulo del empleo se convirtió en eje de la pasada campaña electoral. De hecho, una de las grandes propuestas del PP consiste en impulsar la capacidad emprendedora de quienes quieren y pueden gestar una empresa. Esa necesaria intención se topa con la cruda realidad que Fepeval, la federación de polígonos (ahora denominados parques empresariales) valencianos, recopila en datos.

Sin entidad gestora
El 81 por ciento de los 715 conglomerados industriales autóctonos no dispone de entidad gestora o asociación empresarial que lo regule y el 92 por ciento de ellos carece de vigilancia privada. Estas elocuentes cifras se plasman en una merma de servicios y en un deterioro que deriva en depravaciones como el saqueo de naves abandonadas (basta observar el antiguo almacén de Flex al entrar en la N-III), fiestas ´rave´, alcantarillas sin trapas (por hurto), bares destripados para robar el dinero de sus máquinas de juego y un largo etcétera de siniestros.
La inseguridad no resulta, ni mucho menos, el principal problema de los parques empresariales. Constituye, desde luego, uno de los más graves, casi a la par que la carencia de prestaciones tan teóricamente básicas como el reparto diario de correo y la recogida, con la misma frecuencia, de la basura, el deficiente alumbrado y limpieza viaria o la falta de desagües y de aceras.
ABC Comunidad Valenciana. Pág. 68 Viernes 25-11-2011
Paradójicamente, y pese a esta penuria, los parques o polígonos han ampliado su elenco de negocios con la instalación de hoteles, centros de logística, locales comerciales de venta directa o incluso dependencias municipales. Todo ello en un contexto en el que los respectivos ayuntamientos prefieren invertir en las porciones urbanas donde recaudan votos y no en aquellas, como los polígonos, en las que la mayoría de usuarios procede de otras poblaciones (únicamente el 13 por ciento de los trabajadores de Fuente del Jarro está empadronado en Paterna, por poner un ejemplo).
Por tanto, antes de aplicar políticas que incentiven el empleo (o mientras se aplican, pues no queda tiempo que perder) nuestro gobernantes deben asegurarse de que el lugar donde se va a ubicar el neófito empresario resulta el adecuado. Sin protección, aceras o correo difícil será que un valiente emprendedor  decida inaugurar local.