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Palacio Ducal de Pastrana |
Pastrana (Guadalajara). El pueblo en el que se cruzaron los destinos de
Santa Teresa y Ana de Mendoza de la Cerda, que pasó a la posteridad como la princesa de Éboli. En Pastrana puede visitarse el palacio ducal donde vivió sus últimos años Ana de Mendoza junto a su hija pequeña, ambas encerradas. La primera, por castigo real; la segunda, para estar con su madre. Sobresale en el palacio el balcón encerrado por una reja, desde donde se supone que vislumbraba el día y la plaza durante la única hora que podía asomarse cada jornada.
Otro punto de interés de
Pastrana es su colegiata con el museo de tapices. La localidad supura religiosidad. Buena muestra la constituyen los dos conventos fundados por Santa Teresa: uno para hombres y otro para mujeres. En el de San José continúan residiendo monjas. Cada día, a las nueve de la mañana, ofician misa en la capilla. Es la oportunidad para entrar en el convento y apreciar parte de su encanto.
La población, que no llega al millar de habitantes, da para disfrutar de agradables paseos junto a la fuente de los cuatro caños o frente a los restos de la sinagoga. O ante la casa del Deán, en pleno proceso de restauración.
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Ruta de las Caras, en Buendía |
Aunque todo ello en media jornada se recorre. Como tenemos tiempo, vamos a por más. Como a
Buendía, con numerosos restaurantes que habilitan una terraza donde disfrutar de los días soleados. Y, a continuación, dar un paseo por la curiosa Ruta de las Caras, que se prolonga más o menos 50 minutos. La clave consiste en ir detectando los enormes rostros esculpidos en roca. Nada complicado. Cada uno se caracteriza por sus propios rasgos y personalidad.
Otro desplazamiento por la Alcarria baja. En este caso a
Zorita de los Canes, donde emerge el castillo que fortaleció la celebérrima Orden de Calatrava. Desde esta atalaya, más espectacular desde abajo que cuando subes a recorrerla, se divisa el fluir tranquilo del río Tajo. El castillo está semidestruido, pero mantiene su imponente silueta y algunos pasajes interiores.
Muy cerca se halla
Recópolis, uno de esos escasos yacimientos visigodos posibles de contemplar. Sobresalen precisamente las ruinas de una iglesia cristiana del siglo XV que se construyó sobre la antigua ciudad visigoda. El resto casi te lo tienes que imaginar. El yacimiento es posible recorrerlo esté abierto o cerrado el centro de interpretación. En otro tiempo hubo comercios, entrada porticada... En otro tiempo.
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Vista del Tajo desde el castillo de Zorita |
Segundo día. Punto de partida: hotel Mayno, donde te cuentan la historia de Pastrana en los desayunos de fin de semana. Primer lugar de la ruta, la ciudad de
Guadalajara, con sus alrededor de 85.000 habitantes. Básicamente se trata de recorrer el itinerario que se prolonga entre la plaza de España, la plaza Mayor y la de Santa Domingo. El edificio más imponente lo constituye, sin duda, el palacio del Infantado, seguido del panteón de la Condesa de la Vega del Pozo. Es lunes y no podemos visitar ninguno porque cierran. Sí vislumbrar la imponente cúpula resplandeciente del panteón en días soleados como el de hoy.
Continuamos el recorrido rumbo a
Torija. Comemos en el asador Pocholo y paseamos alrededor del castillo, que está en el centro del pueblo perfectamente rehabilitado. Abre de jueves a domingo, por lo que tampoco tenemos suerte. Nos conformamos con una frase del nobel de Literatura Camilo José Cela, una más de las que pueblan la Alcarria. Precisamente este castillo contiene un museo dedicado en exclusiva al libro Viaje a la Alcarria, obra del prolífico escritor.
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Palacio del Infantado (Guadalajara) |
Desde allí nos trasladamos a
Hita, tras las huellas del famoso arcipreste. Poco más que su nombre queda como legado. Y un museo en su honor. En la oficina de turismo ofrecen dos recorridos diarios (a las 13 y a las 17 horas), a dos euros por persona, por dos bodegos o casas excavadas en la montaña, con sus camas de paja, cocina, orinales, palanganas de metal o cerámica, y por una bodega. Paseamos por la plaza del Arcipreste, con sus trazos y pórticos medievales, por la puerta de los caballos que pasa por el portón amurallado de Santa María.
Seguimos nuestro recorrido hacia
Brihuega, donde despuntan sus iglesias, la panorámica sobre la vega del Tajuña o el castillo de Peña Bermeja. Aquí se trata de callejear y de dejarse llevar. Luego vamos a
Sacedón, con su iglesia parroquial, el pantano y la ermita de la Cara de Dios.
Final del recorrido con visita a
Almonacid de Zorita donde sorprende su singular humilladero y, antes de marcharnos, nos desplazamos hasta la presa de
Budia. Espectacular construcción con grandes rótulos que indican su año de inauguración, 1910, y el monarca de entonces, Alfonso XII. Tiene un museo dedicado a la presa. Y sí, está cerrado cuando vamos.
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Humilladero en Almonacid |