Antes hemos estado en los restos de la ciudad romana de Segóbriga. Difícil poder transitar por el yacimiento de una ciudad abandonada (no como en Sagunto o como en Mérida, por poner ejemplos de antiguas urges romanas que han seguido habitadas) en la que se pueda apreciar con tanta nitidez bastantes de sus edificaciones. Por cierto, martes y viernes, de 16 a 18 horas, la visita a Segóbriga resulta gratuita. Y, a las 16,30, comienza una visita guiada de una hora y cuarto muy recomendable.
Y saltamos de nuevo en el tiempo y el espacio. Retornamos a Corral de Almaguer, a casa Mendoza, el alojamiento escogido donde cada aspecto de su decoración está sumamente cuidado. En el municipio, además de las construcciones enumeradas en el primer párrafo -o incluso sobre ellas, por su tamaño- destaca la enorme cooperativa vitivinícola, cercana a la errmita de San Isidro.
Otra excursión. En este caso a Mota del Cuervo. En esta localidad hemos subido al cerro para pasear entre sus famosos molinos de viento quijotescos, escoltados por las figuras férreas que representan al archiconocido personaje de Miguel de Cervantes, a su fiel escudero y a su venerada Dulcinea.
Después, a otro edificio de solera (el anterior era el castillo de Belmonte), el monasterio de Uclés, renombrado como El pequeño Escorial. La visita, por 4,5 euros, permite acceder al enorme claustro, al refectorio, al templo y a parte de las instalaciones orientado por una audioguía. La mejor vista posiblemente se obtiene desde la parte superior del templo, a la que se puede ascender. Luego, en el mesón Perico saboreamos pisto manchego y rabo de toro para rematar la jornada por esta tierra de deliciosos vinos.
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