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martes, 12 de enero de 2021

Benidorm en invierno y en pandemia (SQV)

 


Benidorm evoca sol, playas repletas de gente, turistas británicos por doquier, fiesta, diversión, verano... En cualquier año hasta el pasado 2019. No obstante, esta suerte de Meca del turismo español tiene encantos de sobra conocidos y otros por descubrir para el común de los visitantes. Y un invierno de pandemia, con frío y escasos turistas, puede ser una ocasión propicia para ello. Sí, porque Benidorm, en los meses más gélidos del año, también puede mostrar unas cualidades que se saborean de manera más relajada. Y así lo hicimos.


Nuestro hotel, Corona del Mar, está casi en primera línea de la playa de Poniente, muy cerca del puerto. Pocos establecimientos hoteleros se han mantenido abiertos este año en temporada baja. Después del desayuno, paseamos por el casco antiguo, con los villancicos de Navidad de fondo, para desembocar en la playa de Levante. Desde allí subimos al denominado Mirador del Mediterráneo, situado entre ambas grandes playas y sobre la diminuta Mal Pas. Si no te fijas, no la ves, y te pierdes un espacio tan diminuto como singular.
La panorámica es más sabrosa unos metros más hacia arriba, desde al antiguo castillo, con sus cañones cruzados que sirven de antesala. De esta atalaya queda poco más que las vistas, porque lo que fue quedó destruido en el siglo XIX.
De allí tenemos muy cerca la iglesia de San Joaquín y Santa Ana, que guarda la muy venerada imagen de la Virgen del Sufragio, que se salvó del incendio del barco sin tripulación que llegó hasta la costa de Benidorm. Aquel suceso ocurrió en 1740. Ahora es la patrona del municipio, representada por esta singular imagen casi bicéfala, con la Virgen y la cabecita del niño Jesús emergiendo junto al rostro de su madre. Se halla nada más entrar en la iglesia, en una capilla situada a su izquierda.
Descendemos por la escalera casi de caracol que acaba desembocando junto al puerto, donde algún propietario de embarcación acicala la suya mientras las casetas de venta de billetes a la isla de los Periodistas o a Tabarca están cerradas hasta mejor ocasión. 
Nos desplazamos hasta la calle Filipinas. Muy cerca, en una amplia explanada al lado del hotel Pueblo (de ahí su nombre) cada domingo se instala el mercado Benidorm Pueblo. Un bullicioso (estos meses pandémicos, mucho menos) batiburrillo de puestos ambulantes que venden todo tipo de prendas de vestir personas y aparatos tecnológicos, con algún bar intercalado. Abre de 8 a 14 horas más o menos.
Desde allí, en este Benidorm invernal en el que apenas hay tráfico que ralentice los desplazamientos, nos encaminamos hacia el lado contrario, al extremo de la playa de Poniente, más allá del ahora cerrado hotel Bali.
Subimos hasta el denominado Tossal de la Cala, donde las tropas del general Sertorio, rebelado contra la omnipotente Roma, construyeron un fortín hace casi 2.000 años desde el que se contempla una amplia perspectiva del mar.
Ascendemos en solitario la empinada rampa del Tossal, que parte de la ermita de la Virgen del Mar. Doble curva recorriendo lo que fueron las habitaciones de los denominados contubernio romanos para alcanzar la cima, ya superados los restos de muralla, y contemplar una perspectiva completa de la bahía de Benidorm, de todas sus playas, e incluso, detrás, la sierra de Bernia o el Puig Campana. La mejor vista posible. O la más completa.
Descendemos y nos desplazamos a comer a la cercana Altea, a la plaza que circunda la iglesia parroquial Nuestra Señora del Consuelo. En el bar La Plaça nos insisten, sin ningún miramiento, en que está la cocina ya cerrada, por lo que nos movemos a la limítrofe pizzería Little Italy, que te ofrece garantías de buenas vistas y comida de cierta calidad.
Paseo por las callejuelas del característico blanco impoluto de Altea, tranquilas en esta época invernal, y regreso a Benidorm. Un poco de tránsito por el paseo marítimo, en dirección al puerto, pasando junto al columpio con forma de navío que recuerda el que trajo la imagen de la Virgen del Sufragio, y retorno al hotel para cenar. 
La tarde anterior el recorrido había sido a través de la playa de Poniente en dirección al Tossal, por todo el tramo del paseo marítimo, con la mayoría de locales cerrados en sábado tarde, hasta que el citado paseo se bifurca y la parte inferior, la que pasa junto a la arena de la playa, se convierte casi en una acera más. La sensación de pasear por la costa en invierno, de noche, con el viento de cara, siempre adquiere una sensación especial, con cierto tinte de dramatismo o de nostalgia. No tiene nada que ver con pasear una noche de verano que ha vencido ya la torridez del día y que caminar por la calle supone un alivio. Más bien ocurre lo contrario, aunque no por ello ha de resultar desapacible. Eso sí, has de darle cierta velocidad a tus pasos para no quedarte aterido de frío.

Villalonga

Tiene poco que ver con Benidorm, pero desde Valencia hasta la turística ciudad alicantina la población de Villalonga (o Vilallonga, en valenciano) está prácticamente a mitad de camino, y enlaza, una vez emprendido el camino que sale desde detrás del instituto y continuado unos dos kilómetros, con la amplia senda de lo que se conoce como Circo de la Safor. Andamos unos 40 minutos por ella, contemplando una cascada del Serpis, llegando a la bifucarción por un tramo de camino de Santiago y un descenso hasta el lecho del río, entre rocas y frente a antiguas naves de fábricas abandonadas hace demasiado tiempo. El camino prácticamente desaparece por este tramo, con un enorme arbusto caído que lo bloquea. Estamos rodeados de montañas, disfrutando de los sonidos y olores propios de estos parajes. Sin alteraciones. Retornamos al coche, aparcado en la explanada que deja una antigua cantera.

Iglesia ortodoxa en Altea

Y también en la carretera de regreso de Benidorm a Valencia, pero todavía en la comarca alicantina de la Marina, se puede contemplar una espectacular iglesia ortodoxa, en el entorno de la urbanización Altea Hills, entre la citada localidad de Altea y Calpe. Desde la autovía, si se mira hacia la playa, posiblemente pueda vislumbrarse alguna de sus cúpulas doradas sobre una imponente construcción de madera. Pertenece al mismísimo patriarcado de Moscú y fue construida con materiales traídos desde Rusia. La de San Miguel Arcángel constituye la réplica valenciana de una homóloga rusa del siglo XVII. La primera piedra fue colocada hace ya prácticamente dos décadas, a modo de comienzo del templo iniciático en España de la Iglesia ortodoxa rusa.



Artículo que me ha publicado la web de viajes www.soloqueremosviajar.com


martes, 1 de diciembre de 2020

Las reliquias que guarda la catedral de Valencia (SQV)

 Además del Santo Cáliz, que hasta octubre de 2021 celebra su año jubilar, la catedral de Valencia guarda otras reliquias que llegan a ser, según sus referencias, coetáneas de la copa sagrada.

En este artículo que me publica www.soloqueremosviajar.com repaso algunas de las más interesantes


Astillas de la Cruz, camisa de Jesús...reliquias de la catedral de Valencia (además del Grial)




jueves, 5 de noviembre de 2020

El legado literario y viajero de Javier M. Reverte

 Empezaban a alargarse los días de marzo. Yo, después de una operación en la rótula que me postró escayolado 25 días, podía dar mis primeros paseos con muletas. En uno los iniciales me encaminé hacia la biblioteca municipal de la plaza de Maguncia, en Valencia. Comencé a rebuscar en las estanterías y me topé con El sueño de África. Me llamó la atención la imagen femenina saltando descalza sobre un fondo policromático de mar en encrespado oleaje.

Miré el nombre del autor: Javier Reverte. No me sonaba. Leí la contraportada y decidí sentarme en una de las sillas de la biblioteca, apoyar el libro sobre una mesa y empezar a leer. Pronto me conquistó la capacidad del autor para sumirte en la dinámica de las dos historias paralelas que narraba y que constituía su signo de identidad: la suya y la de los personajes históricos que le antecedieron en los lugares que pisaba.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Espectáculo y emoción en las elecciones de USA

 El pasado martes dedicamos una tertulia especial en 7televalencia a hablar sobre las elecciones en Estados Unidos de América el mismo día de la jornada electoral.

Presentados y moderados por Sylvia Costa, participamos el sociólogo Joan Gonçales, el consultor político Álvaro Ortuño y el autor de este blog.


Puedes escuchar el programa completo pinchando este enlace


Y hoy miércoles 4, en Inter Café, de Intereconomía Radio, también hemos hablado de las elecciones.


Puedes escucharnos sobre el minuto 40 de programa pinchando este enlace

lunes, 2 de noviembre de 2020

Mis cinco paseos favoritos por Cullera

 

Cullera, uno de los municipios más visitados del litoral de la provincia de Valencia, atesora múltiples encantos. Algunos resultan más visibles, pero otros necesitan de un recorrido intenso para alcanzarlos y disfrutarlos. El término municipal dispone de playas, montaña, castillo, cascadas, río, lago y un largo etcétera de lugares por descubrir y visitar. Vamos a recomendar cinco rutas apropiadas para senderistas y corredores que aspiran a saborear Cullera con un largo paseo o con un buen entrenamiento de marcha ligera.

Playa de San Antonio: desde el espigón del Xúquer al hotel Sicania

Es, sin duda, uno de los recorridos más transitados por quienes optan por pisar la arena y sentir el arrullo de las olas. Podemos empezar por el punto intermedio del Oasis, a la altura de la fuente, y desde allí, ya por la orilla, dirigirnos, por ejemplo, hacia el espigón. Los primeros metros, sobre todo en temporada alta, suelen estar muy transitados, pero poco a poco iremos disponiendo de más espacio hasta que nuestros pies alcancen la base del espigón. Entonces desandamos y continuamos más allá de esa equidistancia del Oasis para llegar hasta el espigón ubicado frente al hotel Sicania, con ese giro que marca la arena. Ida y vuelta desde un lado a otro puede alcanzar la hora y media. Quien esté más animado siempre puede seguir hacia el Racó.

Ascenso al centro meteorológico

Posiblemente uno de los recorridos más intensos por Cullera. Justo frente a la iglesia de San Antonio arranca el ascenso hacia el castillo. Lo tomamos hasta que, después de varias curvas pronunciadas, nos plantamos en la encrucijada de caminos. Por la derecha se va hacia el centro meteorológico; por la izquierda, hacia el castillo. Mi recomendación consiste en, si nos sentimos con fuerzas, hacer ambos. Da igual el orden.

La subida hacia el centro meteorológico resulta mucho más pronunciada, pero la preciosa panorámica de la que vamos disfrutando la hace llevadera. El tramo final, a los pies del citado centro, es el que tiene más desnivel. Nada que unas piernas medianamente entrenadas no puedan superar. Y, desde allí, respiramos y contemplamos hacia un lado las playas de Cullera y, hacia el otro, los arrozales de Sueca.

Si estamos muy animados, montaña a través podemos llegar hasta el faro. Yo suelo optar por desandar el camino, volver a la encrucijada (también podríamos ir por sendas de montaña) y subir hacia el castillo. Este último ascenso nos resultará, comparado con el anterior, un tranquilo paseo. Por cierto, este recorrido relatado suele ser bastante frecuentado por ciclistas. La bajada desde el centro meteorológico hace sus delicias. Todo este recorrido, con los hitos del castillo y punto de análisis de la meteorología, puede durar casi un par de horas. La intensidad es alta, aunque insisto en las que vistas merecen el esfuerzo.

L´Estany de Cullera

Cruzamos el puente de la Bega y giramos hacia la izquierda, rumbo a la desembocadura del Xúquer. Iremos por el arcén de la carretera hasta que más o menos a un kilómetro de distancia desde el puente veamos una entrada. Nos pueden ir guiando las señales de Casa Salvador o de Picanterra, porque, indirectamente, se convierten en nuestro destino. Paseamos entre casonas, campos cultivados y, finalmente, la zona de la playa del Marenyent.

Seguiremos, siempre en dirección hacia los restaurantes aludidos y, una vez lleguemos hasta estos, los atravesaremos para asomarnos al lago o los bordearemos. Allí, una estrecha senda de madera nos permite detenernos para observar a los pescadores, contemplar las tranquilas aguas lacustres o escuchar el bucólico canto de los pájaros. Después podemos volver por la torre del Marenyet, junto al Xúquer, y apareceremos de nuevo bajo el puente de la Bega. Más o menos dos horas y media a buen ritmo

Los collados

Esta es una de mis rutas preferidas para correr porque bordea toda la montaña de Cullera. Podemos salir, por ejemplo, desde el edificio Ferrobús. Llegamos hasta el final del paseo marítimo y, a la altura del hotel Sicania, subimos hasta el camino de asfalto que bordea las playas del Racó, Los Olivos… Seguimos junto a la cueva del Dragut, el faro y descendemos hacia el Dosel. No lo tocaremos, porque empalmaremos con la carretera, aunque iremos por el lateral izquierdo, con la franja costera de espaldas.

Ahí tenemos un amplio arcén que nos permitirá pasear tranquilamente y escoger si optamos por retornar por el camino del primer, segundo o tercer collado. Entre optar por la primera o la tercera opción puede haber unos 30-40 minutos de diferencia en el recorrido total que, corriendo, puede conllevar hora y media. Volvemos entre campos de arroz, vista de ermitas, parque Aquasol o club de tenis, depende de por dónde vayamos. Llegaremos hasta el cementerio. Si justo antes de pasar por él enfilamos por la senda de la montaña que lo bordea subiremos hasta el castillo. Pero en este caso continuamos para adentrarnos en el casco urbano por el Raval. Desde allí hacia el centro, el mercado y encaramos de nuevo rumbo a la línea de playa.

Descubrir el azud

Una ruta tan preciosa como desconocida. Atravesamos el puente de la Bega, pero en lugar de torcer hacia la izquierda, en dirección a la desembocadura, enfilamos en sentido contrario. Es decir, remontamos el río Xúquer. Vamos por la orilla, junto a la cooperativa. Transitamos por un camino que transmite la sensación de cierto abandono, con poco tráfico. Veremos, eso sí, cada vez a más pescadores en pequeños habitáculos, semiocultos junto al río.

Continuamos, siempre sin separarnos del cauce. Pasamos por debajo de dos puentes, por unos arcos por los que cabe un vehículo y poco más. Empezamos a ver señales de diferentes caminos rurales, pero no perdemos la senda paralela al río. Contemplamos una casa con un enorme reloj de sol en su fachada. Y, más o menos a esa altura, si nos adentramos hacia la derecha, en el sentido del cauce del río, observaremos uno de los mayores encantos de Cullera: el azud de la Marquesa, una pequeña cascada de alrededor de un centenar de metros de anchura y de menos media decena de caída que, con bastante equilibrio y un calzado adecuado, es posible atravesar. No hace falta tanto para disfrutarlo. Basta quedarse contemplando durante el tiempo que se desee. En plena tranquilidad, porque no suele haber casi nadie en este lugar. Tan solo algunos silenciosos pescadores.



Este artículo lo he publicado en la web www.soloqueremosviajar.com, como puedes leer pinchando este enlace

viernes, 16 de octubre de 2020

jueves, 15 de octubre de 2020

miércoles, 14 de octubre de 2020

Debatiendo en 7televalencia sobre la actualidad política

Fue el pasado 7 de octubre, en los prolegómenos del 9 de octubre, el Dia de la Comunitat Valenciana. Debatimos en 7televalencia sobre la situación política actual y qué nos pueden deparar las próximas semanas



Puedes escuchar y ver el programa pinchando este enlace


viernes, 2 de octubre de 2020

Observación pictórica y gastronómica en Lienzo

El poeta John Keats ha pasado a la historia como uno de los principales referentes del romanticismo británico. Su obra estaba aderezada de melancolía y salpimentada de frases inspiradoras o grandilocuentes, según quiera interpretarse. Entre ellas se encuentra la que define una obra de arte, “como un gozo eterno”.

Posiblemente esa sensación de goce, de disfrute, la buscan Juanjo Soria y María José Martínez en Lienzo, el restaurante que dirigen en la plaza de Tetuán de Valencia. Su rótulo evoca creación, imaginación, arte, en este caso pictórico. Al entrar, el cliente se siente, en cierto modo, como un pintor al iniciar su obra. Y esa sensación lo envuelve por doble motivo.

Por un lado, los propietarios de Lienzo han emprendido la iniciativa de exponer cuadros en las inmaculadas paredes del local. En cierto modo quieren evocar los tiempos en los que donde ahora se ubica un restaurante antes había una galería y el galerista decidió combinar el disfrute de vista y paladar instalando una pequeña cocina.

“Hemos querido dar sentido al nombre de Lienzo organizando exposiciones. Al principio no sabíamos si sería posible, pero la propuesta ha tenido éxito y ya hemos cerrado muestras para los próximos cuatro años”, explica Juanjo Soria, jefe de comedor del restaurante. O ´maître´ si preferimos recurrir al habitual galicismo. Así el goce para el paladar va acompañado de deleite o entretenimiento para la vista.

María José es la responsable de cocina o chef. Ella y Juanjo se conocieron en Murcia estudiando cocina. Después de diversos avatares y de un aprendizaje constante, decidieron hornear el futuro por su cuenta y desde 2014 dirigen Lienzo.

Y retomando el doble motivo del cliente, el segundo consistiría en la posibilidad de realizar un trazo a su paladar que le permita descubrir nuevas sensaciones o aplicar una curiosa combinación de sabores que le genere una experiencia culinaria diferente.

Para ello le proporcionan una paleta de platos repletos de productos valencianos. El elenco cromático es tan amplio como abundante en su resultado. Mejillones con espuma de lima, cono de remolacha; higo con anguila al vapor, queso con leche de cacao del collaret (el típico de la comarca metropolitana de l´Horta Nord) con gotas de miel…

Son los tonos más suaves para empezar, que diluyen con aceite de variedad Alfafarenca, procedente de la alicantina localidad de Benifallim, para diluir en focaccia y pan de masa madre.

Y llega la exhibición de arcilla. No de color, sino de la propia roca horneada y que rompe Juanjo Soria con cincel y martillo delante del comensal para extraer de su interior ajo tierno y judía Bobby envueltos en col. De esta singular forma preserva su sabor y propiedades incólumes. Lo acompaña de pilpil de chufa.

Y entre trazo y trazo gastronómico, trago de la cerveza artesana de la casa, con su nombre propio, Lienzo. “La primera con miel urbana”, tal como matiza Juanjo Soria, quien explica que extraen la citada miel de panales ubicados en el Jardín Botánico de Valencia, dentro de un proyecto cervecero que surgió en pleno confinamiento.

viernes, 11 de septiembre de 2020

En CV Radio e Intereconomía

 El pasado martes hablamos de periodismo en CV Radio con motivo del Día Internacional del Periodista.


Puedes escuchar la tertulia, en el programa de Tarde en Tarde, a partir de los treinta minutos de emisión pinchando este enlace


Y en Intercafé, de Intereconomía, hablamos del inicio de curso político. A partir del minuto 30 más o menos del programa, también el pasado martes 8.


Puedes escuchar el programa pinchando este enlace

sábado, 5 de septiembre de 2020

De Fulgencio a Copoví, de Gómez a las primarias de Vox (EsdiarioCV)

 Iniciado septiembre, retomo mis colaboraciones en EsdiarioCV. 

Estos son algunos de mis últimos artículos publicados.


La compleja partida a cuatro para presidir Vox en la provincia de Valencia

Un concejal valenciano...¿al frente de la comisión de garantías de Ciudadanos?

Y 14 meses después Sandra Gómez alzó la voz y Ribó subestimó sus críticas

Fulgencio se incorpora a su nuevo destino y vuelve a la órbita del ministro Ábalos

Zigzagueando entre Álava, La Rioja y Burgos

 


Y este año, después de un trecho que se me ha hecho demasiado corto de El Camino de Santiago (unos 73 kilómetros), llegaron unos días de descanso andarín y de trasiego turístico y vinícola. Con base en Labastida, en La Rioja alavesa si a vinos nos referimos y en la provincia de Álava simplemente si a la geografía española hacemos caso.

Allí, para abrir boca, no se escapan las chuletillas al sarmiento, que te sirven en una parrilla sobre brasas de esta rama de la cepa de la vid. A modo de postre, cae una impresionante tormenta de granizo estival, que luego se cierra con una lluvia que nos acompañará toda la tarde y nos limitará los movimientos. Como la visita a la cercana localidad de Ábalos, donde vamos corriendo de porche en porche para no empaparnos y mientras no puedo evitar que me venga a la cabeza el ministro valenciano del mismo apellido.

Y en Briones, más de lo mismo. Con la tristeza de ver que la botica centenaria clásica de la localidad ha cerrado y sin que la lluvia apenas nos dé opción al paseo. Así que de vuelta al hotel de Labastida y a su bar que, por cierto, está abarrotado. Aquí la costumbre social de la copa de vino no se perdona ni por la obligación de llevar mascarilla ni por la de mantener la distancia, normas que parece que se convierten en bastante laxas en los bares de esta población alavesa, donde el movimiento empieza alrededor de las siete de la tarde y se prolonga hasta que por norma han de cerrar los locales sobre la una de la madrugada. Luego, no falta el trasiego por las calles.

Frías y Oña

Hoy nos trasladamos a la provincia de Burgos y disfrutamos, en primer lugar, de uno de los objetivos prioritarios del viaje, Frías. Impresionante su fortaleza, con la enorme torre del homenaje muy elevada sobre el peñasco. Vemos la vidriera, consagrada a San Vicente Ferrer. Me llama la atención la presencia del santo valenciano en Burgos. Pregunto al guía de la iglesia y me explica que fue un error, que el artista confundió al Vicente mártir con el participante en el histórico Compromiso de Caspe.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Por El Camino de Santiago, entre Pamplona y Nájera (La Rioja)

 


El Camino de Santiago siempre espera. Y el peregrino lo busca. Este año, en lo que respecta al andariego que suscribe esta crónica, se ha desarrollado entre Navarra y La Rioja, con punto de inicio en Pamplona, hasta donde entramos en coche desde Valencia tras atravesar un buen tramo de autovía en obras desde Zaragoza.

Llegada casi a las cuatro de la tarde y, a esas horas, búsqueda de un pincho rápido. Luego, recorrido por la Ciudadela, con su enorme foso, sus edificaciones y tránsito por la puerta atrincherada que conduce al centro. Preguntamos en la céntrica oficina de turismo aunque, la verdad, nos aclaran poco o nada. En algunas de estas dependencias informativas, la minoría, te restan interés por la localidad que visitas y hacen que pierdas la oportunidad de descubrir algunos de sus encantos que no brillan a primera vista.

Vamos a la iglesia de San Lorenzo, a contemplar la tumba del célebre San Fermín, a quien se encomiendan mozos y visitantes en los encierros taurinos de las fiestas que llevan su nombre, aunque antes, para no perdernos recorrido, paseamos por la también ya mundialmente conocida calle Estafeta, con sus tiendas de recuerdos, heladerías, bares… Desde ahí continuamos hasta la plaza de toros, siguiendo la curva que dan los astados y mirando la inclinación de la pendiente para tratar de imaginar el tramo final de los encierros, sobre todo este 2020 que no ha habido.

Retornamos y nos paramos en la iglesia de San Agustín, cuyo principal reclamo lo constituye el rótulo en la entrada que indica que allí armaron caballero de Santiago a Garcilaso de la Vega, un poeta cuyos personajes pastoriles, Salicio y Nemoroso, son dos de mis protagonistas literarios favoritos. Ellos, con su inolvidable loa al sosiego de la naturaleza. Al bucolismo por excelencia.

martes, 1 de septiembre de 2020

Lanzarote: del Timanfaya a los viñedos de la Geria


Lanzarote, llegada en barco de la compañía Armas en poco más de media hora, recogida del coche de Cicar en el mismo muelle (esta vez un Opel Corsa) y desplazamiento desde Playa Blanca hasta Puerto del Carmen, donde nos alojamos en el hotel Montana. Por desgracia para el negocio turístico, la situación actual provoca que el servicio de recepción únicamente abra de ocho de la mañana a cuatro de la tarde y que la ocupación ronde más o menos una cuarta parte de su capacidad.

Se disfruta de un ambiente relajado, ni mucho menos masificación, en el entorno del paseo marítimo, plagado de restaurante y alojamientos cuyo negocio es el turismo. En Puerto del Carmen existe una playa enorme que luce la elocuente denominación de Playa Grande y otra diminuta que también hace honor a su nombre: Playa Chica.

En la oficina de turismo (la del paseo en Puerto del Carmen abre de 10 a 18 horas, aunque los horarios en las diferentes poblaciones resultan muy variables y en muchos casos cierran por las tardes) nos informan sobre la zona, y después de comer algo rápido y contundente en nuestro hotel gracias a la polifacética recepcionista/cocinera, vamos a Arrecife, la capital, a una docena de kilómetros. Sopla bastante viento, aunque un par de personas nos comentan que en Fuerteventura lo hace con más fuerza. Supongo que irá a días, o a percepciones, porque en la estancia anterior en Fuerteventura no notábamos estas fuertes ráfagas.

Arrecife

En Arrecife aparcamos en un enorme solar habilitado para este servicio, con su equipo bien organizado de ´gorrillas´ (el precio ´oficial´ nos comentaron en la oficina de turismo que es de un euro), junto al charco de San Ginés, un pedazo de mar interior, separado del exterior por un puente, y donde reposan decenas de pequeñas embarcaciones de pesca. Precioso al atardecer.

lunes, 31 de agosto de 2020

Fuerteventura: de Playas de Jandía a Corralejo

 

Fuerteventura sorprende desde la primera ojeada. Una gran planicie desértica inunda la isla, únicamente interrumpida por urbanizaciones de impolutas casas blancas, siempre arrulladas junto al océano, que surgen de pronto. Sin árboles ni apenas plantas del estilo peninsular. Y esa singularidad también contribuye a su encanto. Al hecho de sentirse en una especie de paraíso natural sin la típica frondosidad con la que mentalmente se vincula los paraísos naturales. Otro estilo. Diferentes sensaciones.

El barco nos deja en el sur de la isla, cerca de Playas de Jandía y, entrando la noche, hemos de desplazarnos al extremo norte, a Corralejo, donde nos alojaremos en el hotel Arena Beach. Esas primeras impresiones nos dan una extensa imagen fotográfica de la segunda isla en tamaño de las Canarias. La atravesamos íntegra, incluso dejando a un lado su capital, Puerto del Rosario. De sur a norte.

El desierto del Sinaí

Me viene a la mente el desierto del Sinaí, entre Israel y Egipto, también recorrido años atrás con las últimas luces del día y los primeros minutos de oscuridad completa. En Fuerteventura conduces kilómetros y kilómetros rodeado de arena, sin más construcción a la vista que los esporádicos pórticos en medio de la inmensidad que te anuncian que has cambiado de municipio. En las Canarias, al contrario que en comunidades autónomas como la valenciana, existe una diferenciación clara entre municipio y localidad; no son ni mucho menos prácticamente sinónimos. Un municipio cuenta con varias localidades.

La gasolina sigue estando más barata que en la península. Razón de menor tasa impositiva, me aclara el trabajador de una estación de servicio a quien pregunto. Sobre las ocho de la tarde nos ponemos en camino con el coche de alquiler de la empresa Cicar y llegamos casi a las diez de la noche al hotel, justo para cenar.

Descubriendo Corralejo

Empieza el día con paseo matutino, descubriendo Corralejo. Me voy hasta el extremo, casi tocando con mis pies el Atlántico y divisando con total claridad Lanzarote y el islote de Lobos, típico de excursiones para pasar unas horas. Tiendas y viviendas con un máximo de dos alturas copan la localidad. El número de comercios resulta, teóricamente, exagerado si se compara con los alrededor de 18.000 habitantes de la población. El peso del turismo y de los no empadronados se nota.

domingo, 30 de agosto de 2020

Gran Canaria: de las dunas de Maspalomas al Pico de las Nieves

 El aeropuerto de Barajas parece el anticipo del desierto, en este caso aeronáutico, que luego nos esperará en Fuerteventura. La zona M de la terminal 4 no tiene tiendas ni bares abiertos y su oscuridad contrasta con la luminosidad de la que luego disfrutaremos en Gran Canaria. El ambiente atemoriza. Nada que ver con lo que nos encontraremos en las islas, en este caso en el recorrido por la provincia de Las Palmas, una de las dos que configuran la comunidad autónoma de Canarias.

Embarcamos en el avión de Air Europa previa dispensación de gel desinfectante y reparto de toallitas de limpieza para brazos de butacas y pantallas táctil, y desembarcamos en perfecto orden de filas. No te puedes levantar hasta que no haya avanzado por el pasillo hacia la puerta de salida la persona del asiento de delante. Como debería de ser siempre si no surgiera ese afán incontrolable de muchos pasajeros por estrujarse en los pasillos en cuanto aterriza el avión.

El coche de alquiler de Cicar nos está esperando en el aeropuerto. La compañía, con seguro a todo riesgo en cada vehículo, funciona muy bien. La recepción es rápida y la entrega de vehículos todavía más: basta entregar las llaves. No te obligan a los cansinos controles que te hacen perder tanto tiempo de otras compañías y lugares.