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domingo, 24 de abril de 2022

Por el País de los Cátaros: Foix y el festival de Mirepoix (y IV)

 Hoy visitamos uno de los grandes bastiones fortificados de la región: el castillo de Foix. Antes, recorremos el mercado dominical en la avenida principal de esta población y, desde allí, iniciamos el ascenso a la antigua fortaleza. Su aspecto externo impone, y en el interno destaca sobre todo la recreación de armamento, canterería, armas de asalto con una gran catapulta incluida o ballestas y lanzas, ya que hacen talleres durante gran parte del día.

Antes de acceder a lo que es el recinto amurallado, además de pasar por taquilla (11,5 euros la entrada para adulto) se atraviesa una zona de explicación histórica donde, en paneles, narran la vida de los principales personajes de este castillo que se caracteriza, entre otras cuestiones, por no haber sido destruido completamente a lo largo de la historia y por su casi perfecto mantenimiento actual, incluso puliendo sus rasgos más nuevos para perfilar su faceta medieval.

El recorrido, según avisan, puede durar cuatro horas, y, en algún momento del día hacen visitas guiadas. No obstante, en la práctica, salvo que dediques bastante tiempo a observar la recreación de oficios antiguos y de cómo funcionaban las armas de asalto o las grúas de construcción, en menos de una hora te da tiempo a entrar en las estancias de las dos torres que pueden visitarse y a recorrer el reducido espacio de las almenas. El castillo enamora más por fuera que por dentro, aunque se halla perfectamente conservado y mantenido.

                                           Festival de Mirepoix

Desde allí nos vamos a Mirepoix, localidad que también estuvo fortificado durante la Edad Media (un pórtico ha quedado como testigo) y donde nos encontramos con la agradable sorpresa de un festival de música swing, con actuaciones en directo y un mercadillo en la céntrica plaza de Leclerc. Todo ello en un día soleado y a unos 25 grados de temperatura. Perfecto para disfrutar del ambiente. Con una visita a la antigua catedral de Saint-Maurice, que destaca por estar construida en una imponente nave solitaria, concluimos el recorrido.

                                           Nave catedral Mirepoix


Seguimos hacia Camon, la ciudad de las rosas. De camino intentamos visitar el castillo de Lagarde, del que quedan apenas trozos del esqueleto, es decir, tramos de murallas. Está cerrado al público.

sábado, 23 de abril de 2022

Por el País de los Cátaros: mercados y pueblos pirenaicos (III)

 Comienza el tercer día con un paseo matutino entre aldeas pirenaicas y un desayuno copioso de esos que te evitan comer al mediodía. El destino de hoy forma parte del lateral oeste del departamento, por lugares más desconocidos y sin castillos.

Lo iniciamos en el extenso mercado sabatino de Saint-Girons, que va en paralelo y en perpendicular al río, ya que forma calles improvisadas de puestos en diferentes sentidos. Ocupa todo el centro del casco urbano en una mezcolanza de comercio de ropa, de comida, de gemoterapia, e incluso de sortilegios. Nos indican con acierto que aparquemos a la entrada del pueblo, uno de los más grandes de una zona en la que abundan los pequeños y diminutos. El paseo por el mercado se alarga más de una hora debido a la gran cantidad de focos de atención.


Desde Saint-Girons continuamos hasta la vecina localidad de Saint-Lizier, conocida por su muralla medieval y por su palacio de los obispos. Con un folleto de guía hacemos un recorrido entre sus callejones, algunos muy estrechos ya que su única misión inicial consistía en mantener las viviendas separadas con el fin de que si prendía el fuego en una no se extendiera fácilmente a otra.  Servían de cortafuegos.


Esta población tuvo su época de esplendor cuando acogía a numerosos peregrinos con dirección a Santiago de Compostela, y de aquellos tiempos proceden algunas de sus monumentales casas del siglo XV con entramado de madera. El pueblo da para un paseo de algo más de media hora y para visitar su museo, su catedral o su palacio de los obispos. No obstante, como todavía no ha empezado la temporada de turistas muchos de estos lugares permanecen cerrados o con horarios reducidos. Nos ocurre sin ir más lejos con las oficinas de turismo en los diferentes municipios.

jueves, 21 de abril de 2022

Por el País de los Cátaros: Montségur, la tumba del catarismo (II)

 Después de un desayuno abundante en el alojamiento, que incluye tarta de manzana y las típicas mermeladas caseras que tanto gustan en Francia, afrontamos el hito más renombrado del viaje: el ascenso al castillo de Montségur, el último bastión cátaro en el que perecieron quemados 225 de estos cristianos ´puros´ o albigenses (por iniciarse la revuelta en la localidad de Albi) tras rendir la plaza después diez meses de asedio, en 1244.

Al contrario de lo que sucede en la mayoría de castillos, a cuya puerta prácticamente puede accederse por coche previo ascenso por terraplén o carretera sinuosa, en el caso de Montségur hay que hacerlo a pie y por una senda escarpada que te hace repetirte mentalmente lo complicado que resultaba conquistar esta fortaleza. De hecho, apenas 500 sitiados aguantaron diez meses a un ejército de más de 6.000 atacantes.

                                           Senda de ascenso al castillo


Son unos 35 minutos de subida y alrededor de 25 de bajada por la misma senda, con lo que en días de mayor tránsito de visitantes hay que apartarse constantemente, y tener cuidado de no caer montaña abajo, para dejar pasar a quien viene en dirección contraria.

Al poco de iniciar el recorrido un letrero anuncia el lugar donde fueron quedamos esos 225 sitiados que no abjuraron de su fe al rendir el castillo. Si no te fijas, te lo pierdes, porque la señal pasa bastante desapercibida. A los 10 minutos de subida se encuentra la taquilla, donde, entre un fuerte olor a cerveza, pagas los seis euros de la entrada.

Continúas subiendo hasta llegar a la cima. Son unos 600 metros de desnivel más respecto al inicio del camino, donde se halla el aparcamiento. Y arriba, la leyenda, porque del castillo no queda mucho. De hecho, lo quemaron casi en su totalidad tras la conquista y la mayor parte de los muros que resisten los construyeron los vencedores.

Digamos que más que lo te encuentras en lo alto lo importante consiste en lo que simboliza como épica de resistencia y fin de una revuelta religiosa de enorme trascendencia histórica y, además, la impresionante panorámica.

miércoles, 20 de abril de 2022

Por el País de los Cátaros: de camino, por la Cerdaña (I)

 Viaje al denominado País de los Cátaros, en la franja pirenaica francesa. Se extiende hasta Carcassone y Toulouse por el norte y prácticamente a Perpignan por el este entrando a Francia desde Puigcerdà, junto a Andorra. Recibe esa denominación porque constituyó el epicentro del catarismo, la corriente de los calificados como ´hombres puros´. Llegaron hasta el extremo de defender sus creencias plantando cara a los postulados oficiales del Vaticano, lo que dio pie a una cruzada en el siglo XIII convocada por el papa Inocencio III que acabó exterminándolos literalmente.

                                            La ciudad fortificada de Mont-Louis


No obstante, antes de llegar a este territorio nos desviamos de nuestro itinerario. Nos hemos internado en la comarca de la Cerdaña, con una parte en España, en la comunidad autónoma de Cataluña, y la otra en el departamento francés de Midi-Pyrenees. La zona, originalmente catalana, quedó partida entre ambos países en el siglo XVII y así sigue, aunque transitas entre un territorio y otro dentro de la misma comarca sin percibir que cambias de nación.

Nos dirigimos al enclave más destacado, el reconocido por la Unesco por su especificidad patrimonial al formar parte de un grupo de fortalezas diseñadas por Sébastien Le Preste en el siglo XVII. Se trata de la población de Mont-Luis. La parte más elevada de la fortificación resulta imposible de visitar salvo que sea en un recorrido matutino guiado. En la actualidad es un acuartelamiento militar y lo que sí se observa desde la franja en la que pone prohibido el paso es a soldados haciendo ejercicios.

sábado, 26 de marzo de 2022

De Cazorla (Jaén) a Carmona (Sevilla): Segunda etapa

 Desde aquí emprendemos camino hacia Carmona, nuestro próximo destino, ya en la provincia de Sevilla. Antes atravesamos la de Jaén y comemos en Linares, más en concreto en el bar que luce como nombre el topónimo de la localidad, donde sirven unos menús caseros con un repertorio amplio y de calidad notable.

Llegada a Carmona

Llegamos sobre las seis de la tarde a la monumental Carmona, de la que lo primero que se percibe desde la lontananza es el denominado como Alcázar de Arriba, con su extensa muralla amarillenta que contornea el actual parador. Vale la pena, aunque no te alojes en él, asomarse al patio interior de estilo árabe de cuyo centro mana la fuente incrustada en un precioso mármol que tiene cincelado un mensaje de apología al carácter purificador del agua.

Tenemos habitación en el otro alcázar, el de la Reina, aunque antes debemos hacer unas complejas maniobras para ajustar el coche por la entrada del aparcamiento. Desde la ventana, ya en la citada habitación, se contempla una preciosa panorámica de la vega sevillana.


Salimos a dar un paseo mientras anochece. Las sombras caen sobre Carmona a la par que transitamos entre sus espectaculares edificios que acogieron monumentales iglesias y lustrosos palacetes. Caminamos por el suelo empedrado característico del casco antiguo de la población, mientras esquivamos continuamente coches con la única protección de los portales, ya que apenas existen aceras. Alteran lo que podría ser un sosegado y placentero paseo, porque la urbe lo merece con creces.

martes, 22 de marzo de 2022

De Cazorla (Jaén) a Carmona (Sevilla): Primera etapa

Cazorla nos recibe con las calzadas, los coches y las paredes manchados de arena rojiza. No está lloviendo, pero lo ha debido de hacer la noche previa y ha llenado de ese color allá donde ha caído el agua enrojecida. Como llegamos prácticamente a la hora de comer, lo primero que hacemos consiste en ir a uno de los restaurantes más conocidos de esta localidad de poco menos de 8.000 habitantes. En este caso entramos en el mesón Leandro, en un extremo del casco urbano, cerca de la parte antigua y muy próximo a la subida al castillo de La Yedra.

Allí degustamos algunas de las carnes a leña que elaboran, como solomillo de ciervo, y también cochinillo. Desde este lugar nos trasladamos a nuestro alojamiento: la Casa de las Bicicletas. Efectivamente, destaca por tener ciclismos en cada rincón, colgados de las paredes e incluso de los árboles de su patio. Se trata de un lugar muy singular, cuyo propietario se llama Consuelo, nombre con el que en este municipio se bautiza a niños, no a niñas.



Se halla al lado opuesto del casco urbano, el contrario del mesón Leandro, aunque nos toca volver a esta última zona para visitar la oficina de turismo, situada prácticamente frente al restaurante. En cuanto llegamos nos enrolan en una visita guiada por el río Cerezuelo a su paso bajo la iglesia.de Santa María. Lo hace separado de esta última, en su subsuelo, por una bóveda. El lugar está casi en penumbras, arrumado por el paso del río que forma pequeñas cascadas. De pronto, en la orilla abovedada opuesta a aquella por la que discurre la senda, se puede contemplar la recreación de la imagen de La Tragantía, la princesa que, según cuenta la leyenda, se convirtió en reptil para vengarse de quienes la abandonaron y cuyo cántico atrae, con fines letales, a niños en la noche del 23 de junio.

El castillo de La Yedra

Terminada la ruta guiada bajo la bóveda (2 euros y unos 25 minutos de recorrido), subimos al castillo de La Yedra (denominado así por la abundancia de hiedra), con su imponente torre del homenaje. Casi cada hora organizan una visita también explicada que consiste en subir a cada una de sus dos torres, la del homenaje y la que ha sido reconvertida en una especie de museo etnográfico con imágenes de la historia aceitera del municipio. Una amable lugareña te enseña los bargueños, el escudo de Cazorla con un torreón y dos báculos pastorales, el artesonado de la torre del homenaje…

lunes, 10 de enero de 2022

Primer viaje del año: Galicia invernal (3ª etapa: Finisterre-La Coruña)

Tercera jornada. Esta más itinerante. Con un Seat Ibiza de alquiler nos vamos hacia las rías. La primera etapa concluye tras alrededor de 60 kilómetros en la costa de Louro, una pequeña confluencia urbana coruñesa ubicada en un punto estratégico, en la ría de Mouro –depende del municipio del mismo nombre-, en dirección a Noia. Descontando su atractiva playa, más disfrutable en verano, destaca su alejado faro, en el monte Louro, a la misma entrada de la ría. Solitario, permite concentrarse en sentir la fuerza del viento y del mar, y, de paso, comprender por qué los antiguos griegos temían tanto despertar la ira de Eolo o de Poseidón.
Faro de Louro

Desde Louro afilaremos la costa hasta el lugar más extremo, el legendario fin de la tierra. Carnota, Caldebarcos, O Pindo, Corcubión… entre tramos playeros desérticos que llaman a un paseo solitario si no nos importa que nos tambalee el viento y faros que animan a una parada, llegamos a Fisterra o Finisterre, directos a su punta. A experimentar esa confluencia de ilusiones, de Camino de Santiago, de final del mundo conocido durante siglos y de percibir que tu mirada no toca tierra, por muy lejos que trates de orientarla. El faro de Fisterra cuenta con centro de interpretación, tienda y hospedería.

sábado, 8 de enero de 2022

Primer viaje del año: Galicia invernal. (2ª etapa: Vigo)

Hoy toca Vigo, esa ciudad cuyo nombre su ínclito alcalde, Abel Caballero, ha logrado que evoque algo más que puerto, ostras y lluvia constante. Ha conseguido que ilumine la Navidad española con un presupuesto millonario en dar fulgor a todo su centro urbano, porque la tela de araña luminosa que ha diseñado se extiende por los aledaños de la calle del Príncipe, por Policarpo, la Alameda, Marqués de Valladares y todas sus perpendiculares.

Calle de las ostras


La ciudad parece que revivifica. Asemeja mortecina durante el día y recobra la energía a partir de las seis de la tarde, con el encendido, para mostrar una versión diferente, alegre, orgullosa de sí misma. Lejos de la que trasmite en horario diurno, cuando la luz natural del día muestra las obras que mantienen levantada la calle Príncipe, o la antaño concurrida calle de las Ostras que parece vivir del recuerdo de lo que fue. Hace que el gris desgastado retumbe en el iris de quien la observa.

Paseo marítimo

Puerto, centros comerciales, llovizna, un casco antiguo que no parece ni la sombra de lo que un día alcanzó. Llegados de Compostela tras 50 minutos en tren, Vigo supone prácticamente la antítesis. Frente a un coqueto Santiago en el que reluce su historia y en el que brilla una energía espiritual especial, la populosa y oscura ciudad pontevedresa parece que languidece durante el día sumida en su penumbra marinera para resucitar cuando anochece.

Iluminación navideña

A lo largo de la jornada la urbe viguesa da para pasear por el puerto, por el Mercado de la Piedra, para subir y bajar hasta el Castelo de Castro y contemplar la panorámica marinera de la ciudad. Para poco más si exceptuamos la excursión a las islas Cíes, más complicada en invierno por la lluvia, la escasez de luz del día y la reducida frecuencia de transporte.

Vigo, a mi ojo de turista ocasional que la ha transitado por tercera vez, merece la pena para visitarla por la noche y en Navidad. La opinión previa, fundamentada en las visitas anteriores, la he confirmado plenamente en este recorrido de enero: su alcalde goza de una inigualable capacidad de generar ensoñaciones sobre Vigo entre quien lo escucha y no conoce la ciudad. Después, la realidad, más allá del espectáculo lumínico nocturno, rompe el hechizo.


Puedes leer también esta segunda etapa de la crónica viajera en www.soloqueremosviajar.com pinchando este enlace

miércoles, 5 de enero de 2022

Primer viaje del año: Galicia invernal (1 etapa: Santiago)

Cuando has llegado a Santiago como peregrino, después de recorrer, como mínimo, un centenar de kilómetros, la ciudad adquiere un rango casi legendario. Te transmite una sensación que ronda la épica. Si vuelves, ya no la experimentas como cualquier otra urbe en la que repites como turista. De ella emana algo especial, místico, espiritual.

Catedral de Santiago en plaza Obradoiro

Y Santiago lo exhibe en cada calle, porque lo mejor, como te aconsejan al llegar, consiste en deambular por sus vías adoquinadas, por su centro histórico catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Se trata de desembocar una y otra vez, por cada una de sus vertientes que coinciden con finales de camino, en la plaza del Obradoiro y situarte en su centro, con la catedral delante, el rectorado de la célebre Universidad e Fonseca a tu derecha, el hospital -hoy parador- fundado por los Reyes Católicos a tu izquierda y el ahora consistorial Pazo de Raxoi a tu espalda, entre cuyos arcos se cuelan tanto el viento como integrantes de la histórica tuna compostelana.


Uno de los nombres rimbombantes de locales

En Navidad, con la recreación de un abeto de luces aposentada en su centro y con el clima gélido que identifica a Santiago casi tanto como El Camino, la plaza adquiere una dimensión diferente, con la fachada de la catedral iluminada y ese faro en su campanario que transmite su fulgor durante todo el año jubilar. La plaza supura, para quien se sitúa en su epicentro, una sensación de iluminación en su más amplio sentido, externa e interna

Antes nos referíamos a callejear por Santiago, a dejarse llevar. Así se descubre que tiene mucho más de que presumir que su icónica catedral, que desde sus ramificaciones como la calle de los Francos o de la Villar, además de entrar en restaurantes recomendables como A noiesa o Mesón 42, se puede acceder a la única iglesia dedicada en España a Santa María Salomé, la madre del apóstol Santiago, el que ha convertido en cosmopolita a la ciudad que ostenta su nombre. Y allí buscar los dos ángeles con gafas. Yo todavía no los he encontrado.

También se puede aparecer en la rúa de Oliveira, la calle más estrecha de Galicia, cuyo escaso encanto reside en que ronda los 70 centímetros de anchura. O adentrarse en la iglesia de San Fiz de Solovio, la considerada más antigua de la ciudad, donde residía en la anacoreta Paio y en cuya fachada aparece, en plena representación de la adoración a Jesús en brazos de una virgen sedente, el mecenas de la obra.

Mercado de abastos de Santiago

Del mismo modo puedes bordear el monasterio de las benedictinas, junto al templo dedicado al fundador de la orden, San Benito, tratando de hallar el torno por el que se intercambia alguna de sus elaboraciones, como la emblemática tarta de Santiago, por dinero para mantener su austero estilo de vida de trabajo y oración. De paso, cuentas con la posibilidad de detenerte y buscar mesa en una chocolatería situada en su parte posterior que tiene entrada por dos calles.

Igualmente puedes toparte con alguna reconstitución de las famosas Marías, las dos hermanas que, tras superar un doloroso pasado, desfilaban por Santiago con unas ropas estridentes, estrambóticas, rompedoras o vanguardistas, que cada cual utilice el adjetivo que desee, que todos resultan atribuibles.

En Santiago cada esquina esconde una sorpresa con forma de escudo de armas, pórtico, universidad, iglesia, pulpería, plaza coqueta, tienda de empanadas con sus incontables variedades, de rótulo rimbombante de local…, que en pleno invierno, con la penumbra de la tarde, el aire frío y esa llovizna que parece inasequible a la rendición frente al sol, multiplica el carácter místico que ya transmite la ciudad agrandado por la fama universal de su camino.

Puedes leer también la crónica en la web soloqueremos pinchando este enlace


 

sábado, 25 de diciembre de 2021

Camí de Moncada y pedanías: quinto Curioseando Valencia televisivo

Camí de Moncada, Poble Nou, camí de l´Assagador, Burjassot, Empalme, Palacio de Congresos y Beniferri. Son algunos de los hitos del quinto programa de Curioseando Valencia que emite 7Televalencia. En esta sección relato paseos por la ciudad.


Puedes ver y recorrer este quinto programa pinchando este enlace

viernes, 17 de diciembre de 2021

Mollete valenciano: la evolución del clásico bocadillo de blanco y negro

Uno de los almuerzos más tradicionales valencianos consiste en degustar un bocadillo de longaniza y morcilla (blanco y negro o blanc i negre) salpimentado con habas. Normalmente se hace acompañándolo de una picada que contiene, en diferentes platos o cazuelitas de barro, cebolla encurtida, tramussos (altramuces), cacao del collaret (que se caracteriza por sus dos granos por vaina) y aceitunas machacadas.



El cocinero de la localidad de Foios Toni Carceller (conocido por sus apariciones en el televisivo programa Masterchef), la carnicera Natalia Estellés (propietaria de Palanca Carnissers, con local en el Mercado Central de Valencia) y Anabel Navas, (la innovadora empresaria que dirige el restaurante Mi Cub, en el Mercado de Colón de la capital valenciana), han sumado su ingenio para darle un giro, para acercar un bocadillo tan clásico a paladares que buscan gustos novedosos.

El resultado ha sido el denominado ´mollete valenciano´. Han cambiado el pan habitual del blanco y negro, que suele ser la pataqueta, por el circular del mollete, más propio de Andalucía, del que les ha surtido el prestigioso hornero también valenciano Jesús Machí.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Por Granada, Antequera y Málaga

 Cuatro horas en Granada. Será el tiempo que estemos en la ciudad de la Alhambra, aunque sin visitar su monumento más emblemático porque no existe disponibilidad de reserva de entrada para ese día ni el anterior ni el posterior. Nos conformaremos con parte del resto, que no es poco.

Después de un trayecto de casi dos horas desde el corazón de las Alpujarras y con una parada ante un aviso del vehículo de baja presión de los neumáticos, nos dirigimos al ombligo urbano, al entorno de la catedral. Para nuestra desgracia -que luego quedará demostrado que no lo es tanto- todos los aparcamientos están completos, por lo que decidimos emprender la subida hacia sus miradores y terminamos dejando el vehículo por la calle Puerta de los Leones, casi en la cima de la ciudad nazarí.

Desde allí, siguiendo el consejo de una abuela admiradora de su urbe que estaba haciendo picnic con su nieto, buscamos la calle Verea de Enmedio, en la que nos insiste que se encuentra el mejor ejemplo del fulgor del Sacromonte. Descendemos del mirador de San Miguel entre chumberas y pantagruélicas plantas de aloe vera, entre las improvisadas callejuelas que pasan ante las espontáneas terrazas de las cuevas.



domingo, 12 de diciembre de 2021

Por las Alpujarras granadinas

Las distancias no son excesivas, pero parece que nunca se llega al destino, sobre todo al final del otoño, cuando los días acortan. Torcemos curva tras curva para observar, después de los siguientes giros, alguno de los pueblos de las Alpujarras granadinas que se asoma con su blanco deslumbrante cual faro a la caída del sol.

Nuestro punto de partida está trazado en Bérchules simplemente porque en su término municipal, en un cortijo atrapado en el parque natural de Sierra Nevada, estamos alojados. Iniciamos la ruta en dirección a Pampaneira, municipio cuyo casco urbano forma parte del selecto club de Los Pueblos más bonitos de España.

No obstante, antes realizaremos varias escalas. La primera, porque la fama de su jamón le precede, en Trevélez, un topónimo en el que la ubicación del acento no siempre queda clara. Al igual que otras poblaciones de las Alpujarras, cuenta con su barrio alto, su barrio medio y su barrio bajo. Como la mayoría, trepa en la montaña y sus sinuosas calles suben y bajan sin apenas descanso para el peatón ni hueco en muchos casos para el vehículo.



Los locales de venta de jamón se arraciman en torno a la carretera, donde no queda más remedio que dejar el coche en uno de sus laterales. Vale la pena comparar precios, porque la diferencia puede ser del doble. En nuestro caso, nos hemos inclinado por un local más familiar y recogido para hacer la típica compra de unas lonchas de jamón. También hemos adquirido mermelada de higo y de queso flotando en aceite.

viernes, 5 de noviembre de 2021

Segundo Curioseando televisivo: Campanar

 Segundo #CurioseandoValencia televisivo, en 7Televalencia. El espacio, en principio, se emitirá quincenalmente, los jueves.


En el de ayer recorrimos la huerta de Benimàmet y lo que era el antiguo pueblo de Campanar, hoy una barriada protegida muy singular.


Si pinchas la imagen podrás seguir la narración y el recorrido. 




Y en este enlace podrás leer la crónica publicada al respecto

lunes, 1 de noviembre de 2021

Caspe: historia y presente en la localidad del histórico compromiso

 


Cuando paseas por Caspe en dirección al famoso castillo del Compromiso, o a la Parroquia de Santa María Mayor del Pilar, que custodia las porciones que convierten a la localidad en la cuarta en tamaño de custodia del Lignum Crucis, te sorprende la elevada población extranjera con la que te topas.

La comarca Bajo Aragón-Caspe despunta como la que más foráneos tiene como residentes: uno de cada cinco. Y su capital, la ciudad caspolina, hace honor a ese liderazgo, con casi 2.000 extranjeros, la inmensa mayoría de países musulmanes. Los atuendos, los gestos, la vida en la calle, reflejan esta circunstancia en una localidad que resaltó en el siglo XV por el acuerdo o compromiso que alcanzaron tres reinos cristianos.

De aquello han pasado más de seis siglos y queda, sobre todo, el legado y un trozo de muro del castillo que acogió el Compromiso de Caspe, ante la crisis producida al morir sin sucesor el rey Martín I de Aragón. Las diferentes delegaciones, entre las que se hallaba, por la valenciana, un monje dominico que acabaría siendo santo y patrono de Valencia, Vicente Ferrer, lograron un consenso histórico que entregó la corona a Fernando de Antequera. Lo que habitualmente se resolvía con sangrientas batallas en Caspe se rubricó con palabras de acuerdo.

martes, 12 de octubre de 2021

La otra Calpe: el reposo zen antes de subir al peñón de Ifach

Calpe despunta por sus playas a poniente y levante, por su paseo marítimo, por ser una población costera o por contar con el imponente parque natural del peñón de Ifach. A todo ello suma, menos conocido, un casco urbano que conserva las esencias del clásico pueblo valenciano, con sus calles estrechas y algunas peatonales, llenas de recovecos, adornadas de fiesta en algunos casos aunque no estén celebrándola.



Entre esas callejuelas se halla la denominada Justicia, y en uno de sus laterales, difuminado por las casonas, aparece el hostal residencial Terra de Mar. Contrasta con los enormes edificios hoteleros de Calpe; más bien constituye la antítesis. Apenas cuenta con una decena de habitaciones, cada una con sus detalles personalizados, con sus toallas dobladas con firma propia, o con flores en sus rollos de papel higiénico, por explicar hasta donde llega ese detallismo.

En las paredes de la escalera puedes leer frases inspiradoras que exaltan el amor o promueven la paz interior. Hasta que subes a la cima, a su ático, presidido por un buda del que mana una fuente. Es el espacio de la relajación, la calma, el té, la música masajeante, los desayunos en los que las servilletas tienen forma de flor, los platos se riegan de sal desde una especie de varita mágica o la leche se sirve en taza con forma de vaca.

Todo en un ambiente de sosiego, desde un mirador que abarca gran parte del casco antiguo, repleto de velas por la noche, con la compañía, a escasos metros, del campanario iluminado. En este hostal preguntan al cliente el motivo del viaje y tratan de hacerlo lo más agradable y personalizado posible sobre esa referencia. Por ejemplo, si vas para celebrar un aniversario de boda puedes encontrarte con una botella de vino y dos copas sobre una cama repleta de globos y con dos toallas metamorfoseadas de cisne.