La encuesta de Invest Group para Levante-EMV certifica el
fulgurante descenso en la intención de voto a Ciudadanos. Pasaría de cinco a
tres diputados nacionales por las circunscripciones provinciales de la
Comunidad Valenciana si se produce una tercera convocatoria electoral a nivel
estatal, y de sus 13 escaños autonómicos actuales a ocho si el presidente de la
Generalitat, Ximo Puig, decidiera anticipar los comicios regionales. A escala nacional
mantiene esa lánguida trayectoria. Los 40 escaños de diciembre de 2015, que se
quedaron en 32 en junio de 2016, se podrían reducir incluso hasta 26, según la
encuesta de Celeste-Tel para www.eldiario.es.
¿Por qué ha perdido casi el 40% de sus votantes Ciudadanos
en apenas año y medio? He aquí algunas respuestas:
-Falta de una cultura o costumbre de oferta identificada
como centrista en España tras las extinciones de UCD y de su secuela, CDS.
-Por el pacto con el PSOE tras las generales de diciembre de
2015. Hasta entonces, Ciudadanos ´surfeaba´ -vocablo de moda entre analistas
políticos- en la cresta de la ola de la popularidad. A partir de entonces,
empezó su declive. Gran parte de su electorado, procedente del PP, ni lo
entendió ni lo perdonó. Faltó pedagogía por parte de la cúpula y consulta a las
bases. La mayoría de concejales no lo comprendió ni, como enlaces entre la
dirección y el votante, transmitió una explicación tangible. Ese pacto estéril
destrozó tanto a PSOE como a Ciudadanos. De aquellos polvos estos lodos.
-Por la campaña de esas primeras generales. Las encuestas
previas avivaron las expectativas. Cargos y militantes se veían competiendo de
igual a igual con socialistas y populares. Entonces, como estrategia, la
dirección nacional adoptó la determinación de capitalizar todos los actos y sumir
a las direcciones regionales en el rol de teloneros o meros palmeros. Los
candidatos provinciales quedaron minimizados y perdieron un protagonismo que
usufructuó el líder nacional, Albert Rivera. También Barcelona acaparó los
recursos económicos de las comunidades. Ciudadanos dejó escapar la oportunidad
de permitir crecer a sus paladines locales y posibilitó que brotara el germen
del desencanto.
-La causa anterior ha contribuido a un desconocimiento, por
parte del electorado, de los líderes autonómicos y municipales. Sin
conocimiento resulta difícil que se produzca una identificación. Al portavoz
regional y candidato a alcalde de Valencia, Fernando Giner, lo conoce una
cuarta parte de sus convecinos, según la misma encuesta de Levante-EMV. Quizás
únicamente pueda superarlo Toni Cantó, cabeza de lista al Congreso. El resto,
incluidos el delegado territorial o el portavoz en las Cortes –aunque ahora
intenta asomar cabeza-, han quedado opacados por la sobreexposición de Rivera
que, al final, transmite la visión de un prohombre agotado, demasiado
categórico y sin equipo consistente.
-Poca flexibilidad con las singularidades autonómicas. La
prohibición, con expulsión incluida de quien asumiera una mera tentativa, de
pactar con Compromís en cualquier población, obedece a una visión centralista y
alejada de la realidad local. Si el PP ha logrado llegar históricamente a
acuerdos de gobierno con la formación de Enric Morera en municipios de las
comarcas de la Ribera o la Safor, por qué no puede siquiera tantearlo Ciudadanos.
Su negativa a asistir al acto de defensa del derecho foral valenciano del
pasado siete de octubre ofrece una nueva muestra. Sí que lo apoyaron PP, PSPV,
Compromís y Podemos.
-Desconexión entre los concejales. Cada uno actúa según su
propio criterio o las sugerencias del edil de algún municipio cercano. En el
mejor de los casos, del diputado provincial o del asesor de la FVMP. Faltan organización y formación.
La incertidumbre nacional solapa el paso del tiempo municipal. Y ya ha
transcurrido un tercio del mandato de los ediles.
Por tanto, desmoralización de las bases, desencanto de una
parte de su electorado y desconcierto de la dirección, que no sabe cómo
contrarrestar el caudal de pérdida de votos. Ante esta situación, Ciudadanos puede
jugar la baza de fortalezas propias como dar rienda suelta a la elevada
cualificación de muchos de sus militantes más implicados, el margen de
recuperación de dos años y casi ocho meses hasta los próximos comicios
autonómicos y locales o la capacidad de algunos líderes municipales que asientan
de manera positiva la marca. Todavía está a tiempo de revertir la situación o,
como mínimo, de tratar de frenar la caída para evitar una colisión letal.
Artículo que me publica el diario Levante-EMV (01-11-2016)
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