
Ahora ya no puede centrarse en denostar al que manda. Porque
desde hace dos años y medio dirige la Comunidad Valenciana y la mayor parte de sus
consistorios con el apoyo del PSPV. Aunque siempre quedará Madrid y el estigma
de la infrafinanciación como antagonista recurrente para la campaña –reseñable
la labor de Joan Baldoví, su portavoz en el Congreso-, Compromís deberá
abanderar gestión. Tiene que hacer ver al electorado que su política ´por las
personas´ y que el cambio que anunció lo está cumpliendo. Cuatro años después,
en 2019, no bastará con culpar ´a la herencia recibida del PP´.
Después de esos dos años y medio transcurridos desde mayo de
2015, esta semana ha conseguido que Les Corts aprueben la Renta Valenciana de
Inserción. No obstante, del aprobado a la aplicación suele haber un trecho
excesivamente largo. Es decir, que hasta que las decenas de miles de personas
que se pueden beneficiar lo consigan, deberán continuar más tiempo por su
agónica travesía del desierto.
¿Qué ha calado hasta ahora de la gestión de Compromís? La
Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas anda enfangada en el espinoso
tema de los centros de menores mientras las ayudas sociales, en general,
continúan siendo escasas y llegan con retraso. El mayor avance visible,
encabezado por el secretario autonómico de Inclusión, Alberto Ibáñez –valor en
alza de Compromís-, lo ha constituido el Pacto Valenciano contra la Violencia
Machista.
Mientras, el otro estandarte de la coalición de Enric Morera
y Mónica Oltra, la Conselleria de Educación, anda sumida en numerosos frentes y
manteniendo recortes cuya eliminación lleva años anunciando sin acabar de
hacerlo. Los docentes de Secundaria no han vuelto a las 18 horas lectivas, las
ratios de alumnado por aula no han descendido en numerosos centros, las sustituciones
tardan en cubrirse, y todavía quedan interinos que, tres meses después de haber
empezado a trabajar este curso, siguen sin cobrar sus nóminas. Mientras, ha
tenido que recular en su proyecto estrella, el decreto que impulsaba el
valenciano en los centros vinculándolo a niveles de certificación en inglés, tras
sentencias en contra a recursos como el del sindicato CSIF.
Conselleria de Economía ha sufrido el desgaste de la difícil
cuadratura de los horarios comerciales y ha padecido diversos cambios en la
organización por las desavenencias PSPV-Compromís, mientras que en Conselleria
de Agricultura y Medio Ambiente las discrepancias entra la máxima responsable,
Elena Cebrián, y su secretario autonómico y neoadalid de Els Verds, Julià
Álvaro, han resultado demasiado visibles y han opacado parte de la gestión en
su complejo sector. Por su lado, Conselleria de Transparencia sigue en la lucha
por certificar que tiene un sentido, una razón de ser. Por cierto, incluye la Dirección General de
Cooperación y Solidaridad, aunque el titular de un área tan fundamental,
Federico Buyolo, esté pasando bastante desapercibido.
Primer reto de Compromís: confirmar que su gestión resulta
eficaz, que impulsa el bienestar, que “rescata personas” –uno de sus lemas
favoritos-. Le queda año y medio para demostrarlo. Y la segunda barrera que
tendrá que afrontar consistirá en la selección de sus candidatos. Sí, porque el
poder llama al poder. Quien está suele querer repetir, y quien no forma parte
de ese selecto elenco de altos cargos aspira a introducirse, sobre todo ahora
que ya ha comprobado que su partido toca poder.
Por consiguiente, tanto a nivel local como, sobre todo,
autonómico, se enfrenta al reto de las primarias con, posiblemente, bastantes más
candidatos en liza que los que aspiraban a formar parte de las listas de 2015.
Su encrucijada consiste en encajar mayor participación con preservación de los
líderes a quienes considera fundamentales. En 2015 estableció un sistema
participativo y, a la vez, garantista, para asegurar que Mónica Oltra y Enric
Morera lideraran la lista por Valencia.
Con figuras consolidadas como Fran Ferri, Mireia Mollà o
Mònica Álvaro como posibles abanderados también en 2019, deberá cuadrar muchas
aspiraciones, además de tener en cuenta sus diferentes corrientes internas y a
altos cargos con un perfil más político y relevante, caso el del citado Ibáñez
o de Ferrán Puchades, secretario autonómico de Justicia, para confeccionar sus
candidaturas a Les Corts por las tres provincias.
Este curso 2017-2018 resultará decisivo para que Compromís
comience a desenredar la madeja y a resolver su galimatías. Se enfrenta al reto
de demostrar que cumple las altas expectativas que creó en gran parte del
electorado que le respaldó en 2015. Sobre todo entre jóvenes nuevos votantes y
en desengañados de otras formaciones. De lo contrario, puede caer en el
sumidero de los vaivenes de la política y sufrir el castigo por frustración,
uno de los sentimientos que más moviliza o que más abstención genera. El voto
de las expectativas no cumplidas.
A la par, deberá evitar que las pugnas por formar parte de
unas listas que tienen serias posibilidades de tocar poder acabe en conflicto
cainita. Los rifirrafes internos constituyen la esencia histórica de Compromís.
También, la habilidad para cuadrar sensibilidades y divergencias en el último
momento. De cara a 2019 la situación se complicará porque el número de
aspirantes a concejal o diputado previsiblemente se multiplicará. Deberá hacer
frente todo esto mientras mira de reojo la competencia electoral de Podemos y
de EU. Partidos tan cercanos como rivales.
Artículo publicado en EsdiarioCV (03-12-2017)
Puedes leerlo en EsdiarioCv pinchando el enlace El Galimatías de Compromís
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