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lunes, 31 de agosto de 2020

Fuerteventura: de Playas de Jandía a Corralejo

 

Fuerteventura sorprende desde la primera ojeada. Una gran planicie desértica inunda la isla, únicamente interrumpida por urbanizaciones de impolutas casas blancas, siempre arrulladas junto al océano, que surgen de pronto. Sin árboles ni apenas plantas del estilo peninsular. Y esa singularidad también contribuye a su encanto. Al hecho de sentirse en una especie de paraíso natural sin la típica frondosidad con la que mentalmente se vincula los paraísos naturales. Otro estilo. Diferentes sensaciones.

El barco nos deja en el sur de la isla, cerca de Playas de Jandía y, entrando la noche, hemos de desplazarnos al extremo norte, a Corralejo, donde nos alojaremos en el hotel Arena Beach. Esas primeras impresiones nos dan una extensa imagen fotográfica de la segunda isla en tamaño de las Canarias. La atravesamos íntegra, incluso dejando a un lado su capital, Puerto del Rosario. De sur a norte.

El desierto del Sinaí

Me viene a la mente el desierto del Sinaí, entre Israel y Egipto, también recorrido años atrás con las últimas luces del día y los primeros minutos de oscuridad completa. En Fuerteventura conduces kilómetros y kilómetros rodeado de arena, sin más construcción a la vista que los esporádicos pórticos en medio de la inmensidad que te anuncian que has cambiado de municipio. En las Canarias, al contrario que en comunidades autónomas como la valenciana, existe una diferenciación clara entre municipio y localidad; no son ni mucho menos prácticamente sinónimos. Un municipio cuenta con varias localidades.

La gasolina sigue estando más barata que en la península. Razón de menor tasa impositiva, me aclara el trabajador de una estación de servicio a quien pregunto. Sobre las ocho de la tarde nos ponemos en camino con el coche de alquiler de la empresa Cicar y llegamos casi a las diez de la noche al hotel, justo para cenar.

Descubriendo Corralejo

Empieza el día con paseo matutino, descubriendo Corralejo. Me voy hasta el extremo, casi tocando con mis pies el Atlántico y divisando con total claridad Lanzarote y el islote de Lobos, típico de excursiones para pasar unas horas. Tiendas y viviendas con un máximo de dos alturas copan la localidad. El número de comercios resulta, teóricamente, exagerado si se compara con los alrededor de 18.000 habitantes de la población. El peso del turismo y de los no empadronados se nota.

domingo, 30 de agosto de 2020

Gran Canaria: de las dunas de Maspalomas al Pico de las Nieves

 El aeropuerto de Barajas parece el anticipo del desierto, en este caso aeronáutico, que luego nos esperará en Fuerteventura. La zona M de la terminal 4 no tiene tiendas ni bares abiertos y su oscuridad contrasta con la luminosidad de la que luego disfrutaremos en Gran Canaria. El ambiente atemoriza. Nada que ver con lo que nos encontraremos en las islas, en este caso en el recorrido por la provincia de Las Palmas, una de las dos que configuran la comunidad autónoma de Canarias.

Embarcamos en el avión de Air Europa previa dispensación de gel desinfectante y reparto de toallitas de limpieza para brazos de butacas y pantallas táctil, y desembarcamos en perfecto orden de filas. No te puedes levantar hasta que no haya avanzado por el pasillo hacia la puerta de salida la persona del asiento de delante. Como debería de ser siempre si no surgiera ese afán incontrolable de muchos pasajeros por estrujarse en los pasillos en cuanto aterriza el avión.

El coche de alquiler de Cicar nos está esperando en el aeropuerto. La compañía, con seguro a todo riesgo en cada vehículo, funciona muy bien. La recepción es rápida y la entrega de vehículos todavía más: basta entregar las llaves. No te obligan a los cansinos controles que te hacen perder tanto tiempo de otras compañías y lugares.