Esa
mezcla se introduce en un bocadillo de pan estándar. Eso sí, no en cualquiera,
sino en el clásico igualmente autóctono de pataqueta, con su forma de media
luna. Antes, se embadurna su parte inferior interna de un alioli (o all i oli
-ajo y aceite- como se denominaba originalmente antes de confluir en una sola
palabra) dulzón, salpimentado de romero y miel. Y sobre esa base se incluye el
resto de condimentos, con la carne en la base sobre la salsa y ajos y patatas
salteados encima de los filetes.
Se trata
del bocadillo escogido por el grupo de expertos que realizan lo que han
bautizado como ´ruta dels esmorzars (almuerzos)´, que responde a la arraigada
costumbre valenciana de comerse a mitad de mañana un bocadillo apabullante y
sabroso que casi ya da por zanjada y saltada la comida. O, como mínimo, la
retrasa.
Este
suculento bocata de pataqueta lo ha presentado el restaurante Mi Cub, ubicado
en el céntrico Mercado de Colón de Valencia como nueva entrada en su carta. Su
objetivo consiste en “acercar los productos tradicionales, traer elaboraciones
que se pueden comer en pueblos pero resultan de difícil acceso a la capital.
Así existe la posibilidad de disfrutarlas en Valencia y también proporciona a
personas de otros países o comunidades autónomas la oportunidad de conocerlas”,
tal como apunta Anabel Navas, propietaria de Mi Cub.
En esa
filosofía gastronómica encaja el pan de pataqueta. En este caso procede del
horno de Jesús Machí, con su receta que consiste en que una vez amasado, se deja
cuatro horas en reposo para que crezca la masa. Luego le dan forma como pataqueta,
que vuelve a fermentar una hora más para a continuación introducirla en el
horno. “Dependiendo de los días, la pataqueta fermenta entre seis y ocho
horas”, explica Machí.
El
almuerzo o ‘brunch’ -que se degusta preferentemente entre las 10 y las 12 del
mediodía, más o menos- no se limita al bocadillo. Marida con cerveza (en este
caso, de la marca valenciana Turia) y le precede un pequeño aperitivo compuesto
por el conocido como cacao del collaret, en cáscara, con mucho sabor y
originario de la periferia norte de Valencia, y por aceitunas, previsiblemente
de comarcas de interior de la provincia como Hoya de Buñol o Utiel-Requena.
Y se
remata con el cada vez más demandado ´cremaet´, que combina, junto al café,
azúcar, ron, limón e incluso canela, para prenderlo como si de una falla se
tratara antes de servirlo. Así se disfruta de un ´esmorzaret´ valenciano.
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