En tiempos convulsos, oscuros y complicados se valoran más los rayos de luz. El doctor Jose Hoyo Rodrigo ha presidido, un año más, la gala de premios de la Academia internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades., un evento luminoso que reúne a numerosas personalidades sociales valencianas.
lunes, 25 de noviembre de 2024
La distinción de la Academia
viernes, 22 de noviembre de 2024
La puerta que se abre y cierra
Fin de una etapa laboral intensa, exigente y marcada por la tragedia que hemos vivido en la provincia de Valencia. He hecho lo que he podido -y bastante menos de lo que me hubiera gustado- en medio de unas circunstancias extraordinariamente desgarradoras y con poco margen de maniobra y tiempo.
Por la puerta que entré a principios de septiembre de Conselleria de Justicia e Interior salgo ahora, bien avanzado noviembre, con la sensación de haber acumulado en unos pocos meses las sensaciones, experiencias y emociones de años. (¡Qué lejos parece quedar aquella noticia! https://valenciaplaza.com/camarero-pradas-y-mompo-estrenan-jefes-de-prensa) Y de haber generado unos lazos invisibles y duraderos con personas de una enorme calidad humana.Llega el momento de la descompresión, de reflexionar y escuchar, de mirar hacia adelante, de seguir avanzando rumbo a otros horizontes. De hacer que el pasado sume para el futuro.
martes, 12 de noviembre de 2024
viernes, 8 de noviembre de 2024
Año de cambios
Un día más, un año más. Cuando un conocido chino me profetizó, en febrero y basándose en diferentes parámetros como mi fecha o lugar de nacimiento, que este sería un año de cambios para mi, no le di mayor importancia. No soy de los que quiere saber ya su futuro. Todo llegará.
No obstante, he de reconocer que acertó. Llegaron cambios relevantes, como de vivienda y de trabajo.
Este 2024 cumplo años en unas circunstancias bastante complicadas, Lo hago en medio de una dramática desolación en mi provincia de Valencia (porque soy mucho de provincia de Valencia) que, pese a no haberla sufrido físicamente en mi persona, sí que la padezco empáticamente por gente a la que aprecio y lo está pasando muy mal o por lugares que recorrí tantas veces y que hoy ya apenas son distinguibles.
Y la sufro anímicamente por el sitio desde el que me ha tocado vivirla y que está suponiendo una prueba muy compleja por bastantes factores, sobre todo por los ajenos, los que no dependen de mi aunque luego me reviertan. Por eso agradezco esos rayos de luz en forma de mensajes cariñosos que recibo. Muchas gracias.
Son días vertiginosos y difíciles. En plural. No obstante, hoy, en singular, es mi cumpleaños. Un hito para plantearte o replantearte muchas cosas, y, sobre todo, para tratar de celebrar. Lo primero será para aplicar a partir mañana. Lo segundo, sí que es para hoy. Porque, por encima de todo, hoy es un día para agradecer y disfrutar de vivir.
martes, 5 de noviembre de 2024
Varsovia en fin de otoño (II)
Amanecer lluvioso y tempranero. A las siete ya es de día, aunque el hecho de que lo sea no motiva en exceso, por el frío y el agua que cae, a salir a la calle. Visita guiada a las 10,30 con salida bajo la estatua de Nicolás Copérnico, el visionario de la teoría heliocentrista nacido en Polonia. Desde ahí pasamos junto a la iglesia que preserva el corazón del icono musical de Varsovia, Chopin, entramos en la biblioteca universitaria y continuamos por el antiguo Camino – o ruta- Real hacia la estatua de Segismundo, el rey de la dinastía sueca Vasa que adjudicó la capitalidad a la ciudad.
domingo, 3 de noviembre de 2024
Varsovia en fin de otoño (I)
El vaho que emana de mi boca al exhalar me avisa que el tiempo ha cambiado, que esto no es Valencia. En efecto, acabo de aterrizar en el aeropuerto Frédéric Chopin, en Varsovia, y desciendo por la escalinata del avión de la compañía Wizzair que ha llegado con media hora de antelación a la capital polaca.
El recorrido por las instalaciones aeronáuticas bautizadas
con el nombre del célebre compositor de origen polaco aunque fallecido en París
se me hace corto y con rapidez me planto en su salida y, justo frente a ella,
en las paradas de autobuses de línea.
El que me traslada al centro es el 175. El billete lo compro
en la máquina expendedora situada junto a las señales con los números de cada
transporte y lo pago con tarjeta de débito. No me hace falta moneda local ni,
en este caso, descargar la aplicación para transporte urbano. Mientras espero,
trato de aprender a pronunciar la palabra csezc, que significa hola. La repito
durante algunos segundos ante la sonrisa asertiva de una autóctona.