Cullera, uno de los municipios más visitados del litoral de
la provincia de Valencia, atesora múltiples encantos. Algunos resultan más
visibles, pero otros necesitan de un recorrido intenso para alcanzarlos y
disfrutarlos. El término municipal dispone de playas, montaña, castillo,
cascadas, río, lago y un largo etcétera de lugares por descubrir y visitar.
Vamos a recomendar cinco rutas apropiadas para senderistas y corredores que
aspiran a saborear Cullera con un largo paseo o con un buen entrenamiento de marcha
ligera.
Playa de San Antonio:
desde el espigón del Xúquer al hotel Sicania
Es, sin duda, uno de los recorridos más transitados por
quienes optan por pisar la arena y sentir el arrullo de las olas. Podemos
empezar por el punto intermedio del Oasis, a la altura de la fuente, y desde
allí, ya por la orilla, dirigirnos, por ejemplo, hacia el espigón. Los primeros
metros, sobre todo en temporada alta, suelen estar muy transitados, pero poco a
poco iremos disponiendo de más espacio hasta que nuestros pies alcancen la base
del espigón. Entonces desandamos y continuamos más allá de esa equidistancia
del Oasis para llegar hasta el espigón ubicado frente al hotel Sicania, con ese
giro que marca la arena. Ida y vuelta desde un lado a otro puede alcanzar la
hora y media. Quien esté más animado siempre puede seguir hacia el Racó.
Ascenso al centro
meteorológico
Posiblemente uno de los recorridos más intensos por Cullera.
Justo frente a la iglesia de San Antonio arranca el ascenso hacia el castillo.
Lo tomamos hasta que, después de varias curvas pronunciadas, nos plantamos en
la encrucijada de caminos. Por la derecha se va hacia el centro meteorológico;
por la izquierda, hacia el castillo. Mi recomendación consiste en, si nos
sentimos con fuerzas, hacer ambos. Da igual el orden.
La subida hacia el centro meteorológico resulta mucho más
pronunciada, pero la preciosa panorámica de la que vamos disfrutando la hace
llevadera. El tramo final, a los pies del citado centro, es el que tiene más
desnivel. Nada que unas piernas medianamente entrenadas no puedan superar. Y,
desde allí, respiramos y contemplamos hacia un lado las playas de Cullera y,
hacia el otro, los arrozales de Sueca.
Si estamos muy animados, montaña a través podemos llegar
hasta el faro. Yo suelo optar por desandar el camino, volver a la encrucijada
(también podríamos ir por sendas de montaña) y subir hacia el castillo. Este
último ascenso nos resultará, comparado con el anterior, un tranquilo paseo.
Por cierto, este recorrido relatado suele ser bastante frecuentado por
ciclistas. La bajada desde el centro meteorológico hace sus delicias. Todo este
recorrido, con los hitos del castillo y punto de análisis de la meteorología,
puede durar casi un par de horas. La intensidad es alta, aunque insisto en las
que vistas merecen el esfuerzo.
L´Estany de Cullera
Cruzamos el puente de la Bega y giramos hacia la izquierda, rumbo
a la desembocadura del Xúquer. Iremos por el arcén de la carretera hasta que
más o menos a un kilómetro de distancia desde el puente veamos una entrada. Nos
pueden ir guiando las señales de Casa Salvador o de Picanterra, porque,
indirectamente, se convierten en nuestro destino. Paseamos entre casonas,
campos cultivados y, finalmente, la zona de la playa del Marenyent.
Seguiremos, siempre en dirección hacia los restaurantes
aludidos y, una vez lleguemos hasta estos, los atravesaremos para asomarnos al
lago o los bordearemos. Allí, una estrecha senda de madera nos permite
detenernos para observar a los pescadores, contemplar las tranquilas aguas lacustres
o escuchar el bucólico canto de los pájaros. Después podemos volver por la
torre del Marenyet, junto al Xúquer, y apareceremos de nuevo bajo el puente de
la Bega. Más o menos dos horas y media a buen ritmo
Los collados
Esta es una de mis rutas preferidas para correr porque
bordea toda la montaña de Cullera. Podemos salir, por ejemplo, desde el
edificio Ferrobús. Llegamos hasta el final del paseo marítimo y, a la altura
del hotel Sicania, subimos hasta el camino de asfalto que bordea las playas del
Racó, Los Olivos… Seguimos junto a la cueva del Dragut, el faro y descendemos
hacia el Dosel. No lo tocaremos, porque empalmaremos con la carretera, aunque
iremos por el lateral izquierdo, con la franja costera de espaldas.
Ahí tenemos un amplio arcén que nos permitirá pasear
tranquilamente y escoger si optamos por retornar por el camino del primer,
segundo o tercer collado. Entre optar por la primera o la tercera opción puede
haber unos 30-40 minutos de diferencia en el recorrido total que, corriendo,
puede conllevar hora y media. Volvemos entre campos de arroz, vista de ermitas,
parque Aquasol o club de tenis, depende de por dónde vayamos. Llegaremos hasta
el cementerio. Si justo antes de pasar por él enfilamos por la senda de la
montaña que lo bordea subiremos hasta el castillo. Pero en este caso
continuamos para adentrarnos en el casco urbano por el Raval. Desde allí hacia
el centro, el mercado y encaramos de nuevo rumbo a la línea de playa.
Descubrir el azud
Una ruta tan preciosa como desconocida. Atravesamos el
puente de la Bega, pero en lugar de torcer hacia la izquierda, en dirección a
la desembocadura, enfilamos en sentido contrario. Es decir, remontamos el río Xúquer.
Vamos por la orilla, junto a la cooperativa. Transitamos por un camino que
transmite la sensación de cierto abandono, con poco tráfico. Veremos, eso sí,
cada vez a más pescadores en pequeños habitáculos, semiocultos junto al río.
Continuamos, siempre sin separarnos del cauce. Pasamos por
debajo de dos puentes, por unos arcos por los que cabe un vehículo y poco más.
Empezamos a ver señales de diferentes caminos rurales, pero no perdemos la
senda paralela al río. Contemplamos una casa con un enorme reloj de sol en su
fachada. Y, más o menos a esa altura, si nos adentramos hacia la derecha, en el
sentido del cauce del río, observaremos uno de los mayores encantos de Cullera:
el azud de la Marquesa, una pequeña cascada de alrededor de un centenar de
metros de anchura y de menos media decena de caída que, con bastante equilibrio
y un calzado adecuado, es posible atravesar. No hace falta tanto para
disfrutarlo. Basta quedarse contemplando durante el tiempo que se desee. En
plena tranquilidad, porque no suele haber casi nadie en este lugar. Tan solo
algunos silenciosos pescadores.
Este artículo lo he publicado en la web www.soloqueremosviajar.com, como puedes leer pinchando este enlace