“No fomentar la mendicidad”. Este mensaje escueto y contundente se puede leer en la iglesia de San Andrés, en Valencia. El párroco lo ha colocado ante la presión de los posibles y reales indigentes sobre los feligreses. No se opone a la caridad, pero sí a su inadecuada orientación.
Tres y hasta cuatro mendicantes esperan, en la puerta de templos más o menos céntricos, con paciencia. Aguardan el final de las misas para pedir limosna apelando a la conciencia de sus conciudadanos. ¿Qué hacer en ésta y en las cada vez más ocasiones que alguien te para por la calle solicitándote “dinero para comer”?
Aquello que te dicten tu cabeza y tu bolsillo. Por supuesto, la mejor aportación consiste en dar a quien sabe la manera más óptima de repartir. Es decir, a entidades caritativas de confianza. Pero muchas veces cuesta negar una ayuda a un congénere. O debería.
Hay que ver. Se ve que la Iglesia ya se ha olvidado de lo de "dar de beber al sediento, de comer al hambriento..."
ResponderEliminarMejor dárselo en la mano, aunque se lo gasten en vino. No puedo con la hipocresía teñida de fe cristiana.