Al aproximarnos a una elaboración gastronómica nos atrae su aspecto, su aroma, su color… y, posteriormente, tras ingerirla, nos centramos en si su sabor se ajusta más o menos a las exigencias y familiaridades de nuestro paladar. Pocas veces nos remontamos a su historia, a cómo surgió, a quién la inventó. Incluso aunque se trate de un plato que lo hemos consumido en infinidad de ocasiones, como la tortilla de patata.
Resulta complicado encontrar la respuesta y el debate no acaba de cerrarse. La paella valenciana, la fideuà de Gandia, la tortilla de patatas de… Villanueva de la Serena, en la provincia extremeña de Badajoz. O así consta en el primer documento escrito que hace referencia a esta producción y que data de 1798. La describe como fruta de sartén y atribuye su creación a Joseph de Tena Godoy y Malfeyto, ilustrado de la época que habría buscado, junto al marqués de Robledo, concebir un alimento barato para aliviar la hambruna.
Ese histórico legado que derivó en el posiblemente plato
español más internacional y de mayor simpleza dentro de su exquisitez, a la
tapa o pincho más habitual, trata de recuperarlo Villanueva de la Serena,
aunque sin demasiadas alharacas, con discreción extremeña. Cada año celebra un
concurso de tortillas de patatas. Quien lo gana representa a Extremadura en el
campeonato nacional. La receta original se centra únicamente en ese tubérculo y
en huevo, aunque con el paso del tiempo se han ido adaptando a nuevas
tendencias.
En 2025 el restaurante vencedor ha resultado Casa Loren, un
sencillo local situado entre el casco histórico y la zona de expansión
deportiva y de viviendas unifamiliares, en la avenida Chile. Un cartel en su
exterior indica que elabora tortillas por encargo. No resulta posible
degustarla si no se solicita con antelación. Y la única forma de hacerlo
consiste en pedir la de tamaño único, con 14 huevos, a 16 euros. No existe más
alternativa. Sí que puede matizarse la confección: con cebolla o sin, más o
menos melosa. La ganadora lleva un matiz de cebolla y no la sirven demasiado
cuajada.
Están acostumbrados en Casa Loren a que la clientela se la
lleve por encargo para compartir o que ingiera una parte y pida que le
empaqueten el resto. Preserva su sabor durante varios días. Las dos cocineras
del local se alternan en su confección. Con discreción, porque únicamente un
diminuto marco muestra en su interior, junto a la barra, el título de ganador
del concurso de tortilla. Nada más en el establecimiento da a entender que el
cliente, o quien transite junto a su escaparate, se halla ante el restaurante
que confecciona la mejor tortilla de patatas en el lugar que consta por escrito
como cuna de este producto tan español.
La gastronomía del municipio aporta bastante más que esta
elaboración tan autóctona y, a la vez, cosmopolita debido a su extensión por
todo el mundo. Por ejemplo, la tortilla marida a la perfección con el pan, que
bien puede ser una barra del castizo candeal, confeccionado con trigo de esa
variedad a la manera clásica, con sabrosa corteza y una prolongación en el tiempo
de consumo mayor que otras opciones panaderas. Resulta posible adquirirla,
entre otros hornos, en el obrador artesano Quintana, en la calle San Francisco.
Este local sí que exhibe con orgullo su tercer lugar en el concurso nacional de
panadería.
Y, posteriormente, puede concluirse la ingesta con las clásicas bollas de anís cimentadas en aceite de oliva, levadura prensada y harina, a la venta, también como ejemplo, en el horno de Serón (calle Marcelo Macías), apelativo cariñoso o popular con el que se obsequia a los habitantes de Villanueva de la Serena en recuerdo de los cestos o canastos en los que guardaban sus productos del campo y los trasladaban en burro para almacenaje o venta. (Una escultura al inicio del paseo Ramón y Cajal recuerda esta tradición).
Un recorrido gastronómico por la localidad pacense no debe de concluir sin churros (que, por su extenso tamaño, en otros lugares reciben la denominación de porras), tomados con chocolate en alguna de sus churrerías (como La Laguna, en la calle Antonio Guisado), o adquiridos ex profeso en el mercado de Abastos, en un puesto -Andrés luce en su rótulo- dedicado única y exclusivamente a elaborar su mesa, freírlos y venderlos a 50 céntimos la unidad. Tan grande es la tradición de disfrutarlos en Villanueva de la Serena.
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