“Llegada una edad todo el mundo trabaja por dinero”. Me soltó la frase con la fe de un clarividente. Le insistí en la aspiración a un empleo remunerado que a la vez comporte una satisfacción personal. Que no se trata siempre de hacer cualquier tarea sólo por conseguir unos ingresos, vamos. Pero no le hice capitular lo más mínimo.
Insistió en su teoría. “Cuando desarrollas un trabajo únicamente importa el dinero que ganas. El resto resulta indiferente”, lanzó con su clásico escepticismo existencial. Recapacité sobre estas afirmaciones mientras le miraba. En su caso, realmente se dedica a una labor profesional que no le agrada y que, encima, le succiona todo el día.
El mercado laboral aprieta y conseguir un empleo, guste o no, ya supone todo un logro. Pero de ahí a renunciar a trabajar por algo más que solo por dinero existe un trecho. Incluso mi buen amigo tiene el sueño admitido y planificado –aunque parezca una contradicción en su caso- de cambiar de trabajo. No perdamos la ilusión. Aunque nos parezca idealismo o utopía.
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Foto tomada de quienescornelio.blogspot.com
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